Soy la amante
Me llamo Sandra. Actualmente tengo dieciocho años. Vivo con mis padres Viviana y Héctor en una urbanización de la ciudad de Chiclayo, Perú. Mi padre tiene cuarenta años, es de contextura atlética, estatura como de un metro ochenta, ojos color miel, de piel bronceada y cabello castaño oscuro, en verdad bien guapo.
Entre tanto, mi madre de treinta y ocho años de edad, de piel blanca, ojos verdes, cabello castaño claro, de altura de un metro sesenta y cinco aproximadamente, de un cuerpo muy hermoso y protuberante, tanto de los senos como de su trasero, muy bella, que llama mucho la atención de los hombres.
Yo soy una adolescente de piel blanca, cabello castaño claro, ojos color miel, bonita de cara, delgada, pero bien formada. Tengo un culo bien parado y unas tetas bien apetitosas como mi trasero.
La convivencia en nuestro hogar era todo normal con sus altibajos como cualquier hogar. Mi madre Viviana es ama de casa, que en sus ratos de ocio mayormente frecuentaba a sus amigas o ellas llegaban a visitarla en nuestra casa.
Siempre mis padres han sido bien desinhibidos en lo concerniente a la educación sexual que me impartían, y es así que cuando era aún una niña los tres nos bañábamos juntos, o yo con mamá o con papá. Como es lógico, conocía los cuerpos desnudos de ambos y lo que más me llamaba la atención fue el pene grueso y largo de papá, creyendo que así era de todos los hombres, pero mamá me aclaró que cada miembro de nuestro cuerpo es distinto en tamaño y grosor en todos los hombres como en mujeres.
Todo cambió cuando nació mi hermanita, para la cual mi madre y mi padre le prodigaban toda clase de cuidados y atenciones. Esa situación hizo que me sintiera desplazada, celosa, ya que hace poco yo era la reina de la casa. Claro el prototipo de comportamiento de la mayoría de las adolescentes.
Mis padres se dieron cuenta del cambio de actitud de mi parte, de ser una adolescente obediente, cariñosa, bien educada, comencé a responderles en forma atrevida e insolente. Les reclamaba que mi hermanita era el centro de atención de ellos, mientras que yo estaba sola arrinconada en mi dormitorio porque la bebé dormía con ellos dos.
—Caray Héctor, ese cambio de conducta de Sandrita no me está gustando —le decía mi madre Viviana a papá— no sé qué le pasa. Ya ella está bastante grandecita para que esté comportándose así con nosotros. ¿Sería bueno que hablaras con ella mi amor?
—¿No será por el cambio hormonal en las chicas de su edad? De todas maneras, en estos momentos voy a hablar con ella, yo también estoy bastante preocupado.
Papá salió de su habitación y se dirigió a mi cuarto que se encontraba justo al costado de la alcoba de ellos. Tocó la puerta.
—Sandrita mi amor, ¿puedo pasar? —preguntó papá.
—Sí papito, pasa.
—Hola mi reina, quiero que tengamos una conversación tú y yo mi amor.
—¿De qué se trata papi? —lo miré preocupada. Se sentó en mi cama a mi lado.
—Cariño, no lo vayas a tomar a mal, ya sabes que tú y yo siempre más que padre e hija somos amigos. Bueno, últimamente desde que nació tu hermanita te comportas diferente con tu madre y conmigo. ¿Por qué cariño? ¿Qué te está sucediendo?
—Ay papá, yo no tengo recelo ni ojeriza a mi hermanita, pero desde que ella llegó ustedes dos me han dejado de lado y yo me siento sola aquí en mi habitación, mientras que la bebé los tiene a ustedes dos ensimismados. Antes de eso, ustedes venían a mi habitación, conversaban un rato conmigo, me brindaban mucho cariño y me daban las buenas noches, pero ahora ni tú siquiera vienes a darme las buenas noches. Ya sabes que te quiero mucho papito, eres mi adoración.
—Princesa, lo sé mi amor, tú también eres mi adoración y sabes que te quiero mucho, pero ¿no crees tú que ya estás bastante mayorcita para que tengas esos celos infundados? Tú sabes que siempre serás mi muñequita bonita.
—Sí, lo sé papito, pero antes no me imaginé que iba a sentir estas cosas.
—Ven para acá cariño —papá me levantó y me puso sobre sus piernas—. Tú eres mi princesa adorada.
Mi padre me abrazó dulcemente por un buen tiempo y yo también hice lo mismo. Me dio varios besos: en mi nariz, en mi mejilla, en mis labios —siempre desde muy chiquita él me besaba los labios, apenas un piquito— alrededor del cuello, tal y cual lo hacía antes que naciera mi hermanita. También me hacía cosquillas, ya que yo era su “niñita” mimada. Lo que pasó, que no había sucedido antes, sentí que su verga aumentaba de tamaño. Empecé a sentir un cosquilleo en mi vientre y mi vagina se humedeció. No sé lo que me estaba pasando, pero me gustó mucho esa sensación.
—Mi nena, te quiero proponer algo, a ver si estás de acuerdo. ¿Te gustaría que te acompañe aquí a dormir por las noches para que no te sientes sola?
—¿En serio papito? ¿Harías eso por mí? Pero, mmm… Ay no sé, me da vergüenza preguntártelo.
—Dime mi amor, ¿qué me quieres preguntar? Ya sabes que entre nosotros nunca ha habido secretos, hay mucha confianza.
—Es que… bueno… ya sabes, tú y mamá son esposos, tienen sus necesidades como marido y mujer… Yaaaa… Tú me entiendes.
—Ah, era eso. Bien mi cielo, te comprendo cariño. Bueno, ya estás en edad para contártelo. Mira preciosa, la vida marital entre tu madre y yo no ha sido de las mejores, es más, durante nuestros primeros años de vida conyugal hacíamos el amor en forma muy espaciada, y no ha sido por mí, siempre he sido yo quien la ha buscado, tu madre siempre ha sido fría, si con decirte desde que nació tu hermanita no hemos tenido ningún contacto. ¿Lo puedes creer princesa?
—¿En serio papito? Yo siempre pensé que lo hacían casi todos los días —le respondí intrigada.
—No mi amor, como dice el dicho “no todo lo que brilla es oro”, si no he tenido alguna aventura extramatrimonial es por respeto a ustedes dos. Bueno preciosa, así que estate tranquila mi cielo, déjame conversarlo con tu madre, espero que no ponga alguna objeción.
—Ay papito, sería una alegría tremenda que me acompañaras aquí en mi alcoba. Te quiero mucho mi rey.
—Yo también mi reina. Trata de descansar mi amor.
Papá habló con mamá antes de dormirse lo que habíamos conversado y del porqué de mi actitud, y decidieron tratar de ser ambos conmigo como antes que naciera mi hermanita.
—Tienes razón cariño. Voy a cambiar mi actitud con ella y esforzarme para tratarla como antes lo hacíamos —se propuso mi madre.
—También hay otra cosa, espero que estés de acuerdo, aunque creo que no habría ningún problema de tu parte —dijo mi papá.
—¿De qué se trata cariño? —preguntó intrigada mamá.
—Sandrita me pidió que quiere que duerma con ella en su habitación, porque sería algo más equitativo, o sea, tú dormirías con la bebé y yo dormiría en su dormitorio con ella. Según Sandrita no es justo que durmiera sola y nosotros dos con su hermana. Ya sabes cómo son las adolescentes. ¿Estás de acuerdo cariño?
—¡Claro que sí mi amor! Sí es por el bien de nuestra hija me parece perfecto —respondió mi mamá contenta, ya que de una u otra manera se estaba deshaciendo de mi padre, por razones que ya entenderán más adelante.
—Entonces, no se hable más mi amor, a partir de mañana me paso a dormir con mi Sandrita y asunto resuelto. Aummm… Tengo mucho sueño, voy a dormir. Hasta mañana cariño —mi papá le dio un beso de buenas noches y ambos se acostaron espalda contra espalda, como siempre lo hacían.
Al día siguiente durante el desayuno todo pasó normalmente, conversamos de muchas cosas y entre ellas que a partir de ese día mi padre dormiría conmigo en mi habitación.
—Sandrita mi amor, a partir de hoy día vas a dormir con tu padre, espero que de aquí en adelante mejore nuestra convivencia entre todos los que conformamos esta familia —dijo mamá y le di un fuerte abrazo y un beso en la mejilla.
—Gracias mami, eres un amor. No te imaginas la alegría que siento —le respondí.
—Sandrita, cuando regreses del colegio me ayudas a pasar el vestuario de tu padre al clóset de tu cuarto, que felizmente es bastante grande —aseveró mi mamá.
—Ok mami. ¿Vamos papito al colegio? Chau mamá, que tengas una bonita mañana, nos vemos más tarde —como todas las mañanas mi papá antes de irse a su trabajo me va dejando al colegio en su auto.
—Chau mi hijita, cuídate por favor cariño —se despidió mi madre y me dio un beso en la mejilla.
Al regresar de la escuela, voy buscando a mamá, y supuse que estaría en su habitación cuidando a mi hermanita. Toco la puerta despacio para no despertar a la bebé.
—Mami, ¿puedo pasar? —le pregunté en voz baja.
—Pasa mi hijita. ¿Qué tal mi amor? ¿Cómo te fue en el colegio? —me abrazó y me dio un beso en la mejilla. Nos acercamos a la cuna de mi hermanita y la vimos durmiendo.
—Es una belleza mami. Es muy hermosa. ¡Qué indefensa se ven las criaturas a esa edad!
—Si mi amor, y pensar que tú también tuviste alguna vez esa misma edad. Bueno cariño, ¿qué te parece si vamos pasando el vestuario de tu padre a tu habitación? Aprovechando que está durmiendo la bebe.
—Claro mamá, manos a la obra —yo estaba feliz de hacer ese traslado.
Después de pasar toda la ropa de mi padre a mi habitación y arreglársela debidamente, mi madre quiso conversar conmigo.
—Sandrita, mi cielo, quiero conversar un rato contigo. Ven siéntate conmigo en la cama.
—Sí mami, soy todo oídos.
—Hijita, quiero contarte algo… No sé cómo comenzar… Tú casi ya eres una mujer, lo he podido notar y sabes mucho de sexualidad, tanto por lo que te hemos conversado tu padre y yo, y por lo que has aprendido en la escuela, y seguramente tus amigas te habrán contado algo.
—Sigue mamá, con toda confianza, sabes bien que entre nosotras no hay secretos, somos amigas y hemos hablado de sexo muchas veces y también me has aconsejado mucho.
—Pues bien, con tu padre y yo no tenemos intimidad ya hace varios meses. No soy la mujer que tu padre o cualquier hombre quisiera desde el punto de vista sexual me refiero. Los hombres en su mayoría desean una mujer que en la cama sea muy ardiente, muy apasionada y que le hagan cosas que a ellos les gusta mucho, no sé si me dejo entender mi amor —me contaba mamá algo inquieta.
—Sí mamá, te entiendo mucho, pero no te preocupes, yo soy su hija y ya verás que puedo controlarlo muy bien, si a eso te refieres.
—Bien cariño, me das tranquilidad, pero a pesar de mi frialdad sexual no dudes que sigo amando a tu padre desde el primer día. ¿Me crees amor?
—Claro que sí mami, y gracias por tener confianza conmigo y hablarme como una amiga —se despidió mamá y me alegró de haberme contado algo íntimo de ellos a pesar que ya papá me lo hizo saber.
Después que terminamos, me quedé sola y me acosté en mi cama y pensé: «Se nota que mamá no quiere dormir con papá, por eso no puso ninguna objeción a que duerma conmigo, bueno para mí mejor, ahora ya estoy más tranquila y puedo dormir con papá sin reparos».
Llegó la noche, después de cenar estuvimos un rato viendo televisión y conversando los tres de muchas cosas. Mis padres estaban sentados en el sofá, mamá apoyaba su cabeza sobre el hombro de papá, y yo sentada con las piernas dobladas sobre el sillón. Aproximadamente a las nueve de la noche se escucha el llanto de la bebé y mamá se levanta encaminándose a su dormitorio.
—Ay papito, ¿me dejas sentarme a tu lado?
—Claro que sí princesa, ven para acá.
Yo me senté pegada a papá e igual que mamá recosté mi cabeza sobre el hombro de él y crucé sobre su estómago mi brazo derecho, mientras que él por detrás de mi cabeza me pasaba su brazo derecho y dejó caer su mano, no sé si consciente o no, sobre mi seno derecho, me acarició apenas unos segundos y después la retiró, sentí como una pequeña descarga eléctrica en mi vientre. Yo estaba vestida con un camisón semi transparente que me llegaba hasta diez centímetros por debajo de mis nalgas, sin brasier y con un calzón tipo bikini, generalmente ese era mi atuendo cuando estaba en casa. Papá estaba con una camiseta de algodón y un short que acostumbra usar.
Después de más de media hora de estar viendo televisión y conversando esporádicamente, papá me acariciaba mi hombro derecho rozando mi seno del mismo lado. Yo le acariciaba el vientre y pude notar que el short por la parte de sus genitales se levantaba un poco, eso me dio algo de morbo. Seguía acariciando pausadamente por ratos el pecho de papá, pero ahora por debajo de la camiseta, teniendo contacto con su piel y en la parte ubicada entre su ombligo y sus genitales jugaba con sus vellos viendo que el miembro de papá estaba creciendo considerablemente, estoy segura que eso se debía a que hace muchos meses que no tenía sexo, pero me sorprendía que se excitara con su propia hija, aunque me gustaba esa situación apasionante, me sentía como la mujer que le podría dar satisfacción sexual a mi padre, en lugar que se lo haga cualquier perra de la calle. Así mismo, papá cada cierto momento me acariciaba el costado de mi seno, pero lo sentía nervioso, titubeante. Yo ya tenía el calzón húmedo, mis líquidos vaginales comenzaban a segregarse. Levanté mis pies del piso y coloqué mis piernas dobladas sobre el sofá por lo cual se levantó el camisón hasta verse un poco mi calzón y exhibiendo todas mis piernas casi hasta las caderas.
Me di cuenta que mi padre había volteado su cabeza para ver mis piernas, aunque delgadas de una adolescente, estaba segura que se excitaba de verlas porque eran las piernas de su nenita.
Hemos estado en esa postura por un buen tiempo, acariciándonos y excitándonos. No queríamos dar un paso más adelante por temor de ambos que el otro tuviera una reacción negativa. A pesar de haber tenido un novio, aún me mantenía virgen, seguramente porque con mis padres en tema sexual hemos sido muy abiertos y no quería que cualquier chiquillo me desvirgara, tenía que ser el hombre que yo amaría.
—Bueno mi princesa me voy a la cama, estoy un poco cansado y mañana hay que levantarse temprano para ir a trabajar. No te acuestes tarde cariño, recuerda que mañana tienes que ir al colegio —se despidió papá.
—No papito, enseguida voy, ya está por terminar la película.
Mi padre se fue a mi habitación, se dio un duchazo, se puso una camiseta limpia y luego se metió a la cama cubriéndose con la sábana, en la parte de abajo estaba completamente desnudo. Al mismo tiempo ingresaba yo a la habitación.
—¿Qué, ya terminó la película? —me preguntó mi padre.
—No papito, es que prefiero verla acá en nuestro cuarto por si me quede dormida ¿No te molesta papi?
—No, de ninguna manera mi amor.
Mi alcoba era algo grande. Ingresando estaba la cama de dos plazas con el lado derecho a la puerta de ingreso, al lado izquierdo estaba la puerta del cuarto de baño y junto a éste el ropero, al frente de la cama se ubicaba el televisor sujeto a la pared y debajo mi escritorio.
Encendí el televisor e inmediatamente me metí a la ducha, me di un remojón veloz para salir rápido y encontrar a papá despierto. Al salir solamente llevaba un calzón bikini de color blanco de encaje semitransparente en que se podía notar mi vello púbico, mis tetas estaban a la vista.
—Ay papi, me olvidé de llevar la toalla al baño, voy a sacar una para secarme.
Mientras tanto sentía la mirada de mi padre recorriendo todo mi cuerpo. Me puse de espaldas a él buscando en uno de los cajones del clóset la toalla y al inclinarme podía ver mi culo que transparentaba mi raja, luego comencé a secarme el cabello mientras conversábamos de la película. Como estaba frente a él, se relamía viendo mis tetas y mi vulva velluda que se transparentaba notablemente, de rato en rato veía que la sábana que cubría a mi padre por el lado de los genitales, se había levantado una especie de “carpa de circo”, eso me puso cachonda y sentía que mi papá estaba arrecho de ver a su hijita mimada casi desnuda, eso es lo que quería yo: verlo cachondo, arrecho y todo eso causado por mí.
Luego apagué la luz del dormitorio, me metí a la cama cubriéndome con la sábana. Papá estaba al lado izquierdo y yo me acomodé al lado derecho, puse mi cabeza sobre su pecho y mi mano derecha sobre su vientre. Él a su vez me abrazaba con su brazo derecho, parecíamos marido y mujer.
—Está bonita la película ¿verdad papito? —le preguntaba mientras le acariciaba su vientre desnudo debajo de la camiseta y jugaba con sus vellos. El sentía que mis tetas tocaban parte de su tórax y solamente nos alumbraba la luz del televisor, podía ver que la verga de mi padre estaba erecta, pero para nada se inmutaba, no le importaba que su hija consentida viera esa capa de circo que se levantaba entre sus piernas.
—En verdad que sí cariño, te engancha esta película. Esas son las consecuencias de la infidelidad de la esposa —se refería papá con respecto al drama del celuloide—, y no solamente tenía un amante sino dos.
—Está bien papi que ella le haya sido infiel a su esposo, pero no me parece razón justificable en quererla matar —continuábamos hablando del drama del filme que estábamos viendo.
Después de unos minutos acabó la película que estábamos viendo, le di las buenas noches con un piquito en los labios a mi padre y me puse a dormir dándole la espalda. Esperaba que él se pusiera detrás mío a modo de cuchara y sentir su falo tocando mi culo, lo hizo así, pero alejando su pene de mi culo. Su brazo izquierdo tocaba mi estómago. Yo marcaba a cien, me encontraba cachonda y nerviosa a la vez; sabía que eso no estaba bien, que se llamaba incesto, pero mi cuerpo me pedía guerra, pero no con cualquier hombre sino con mi padre; a la vez me preocupaba que estando tantos meses sin tener sexo se vaya a meter con una zorra y me lo quite, eso no lo iba a permitir. Yo no era como mamá, iba a defender con dientes y garras lo que me pertenecía.
Después de quince minutos en que yo me hacía la dormida, comencé a acercar mi culo buscando la verga de mi padre, al fin lo conseguí y estaba segura que él no estaba durmiendo porque la tenía bien dura. Se pegó a mi cuerpo y pude sentir su inmenso cipote. Sus huevos tocaban mi culo a través de mi calzón y su polla de tan dura que estaba llegaba casi hasta la mitad de mi espalda. ¡Carajo, que inmenso tronco tiene papá! Me moría de ganas de verlo y tocarlo. Aluciné pensando en el futuro si llegara a penetrarme mi padre: ¡¿Esa cosa iba a caber en mi vagina?!
Sentí en mi espalda que el instrumento fálico de mi padre me estaba mojando, su líquido seminal era relativamente abundante, claro está, después de haber estado en abstinencia por varios meses por culpa de mi madre, en esos momentos sentí un poco de rabia por ella, pero después me dije yo misma, para eso estoy yo, mi papá se va a desfogar conmigo.
Pasaron varios minutos para lo cual papá reaccionó, parece que se arrepintió, se dio media vuelta y me dio la espalda, hasta que nos quedamos dormidos.
Al día siguiente él se levantó primero, se metió a la ducha y se puso a cambiar para irse a trabajar. Entre tanto yo estaba semi desnuda con el calzón puesto en la cama boca abajo, con la pierna izquierda doblada y enseñando el culo. Yo había retirado la sábana por el calor y percatado que papá se había levantado, pero yo seguía” durmiendo” para que él se deleite con el cuerpo de su nenita, como que así lo hizo.
Antes de salir de la habitación, se sentó en la cama y comenzó a despertarme con un beso en la mejilla.
—Cariño, despierta mi princesa, ya es hora de que te alistes para llevarte al colegio —me dijo mi padre.
—Hola papito, buenos días, ¿qué ya es hora? Ay que pereza.
—Sí mi reina. No demores. Nos encontramos para desayunar.
Ya en el comedor tomando desayuno, nos pusimos a conversar de cosas banales y mamá nos dijo:
—¿Y qué tal pasaron la noche ustedes dos? ¿Pudieron dormir bien?
—Sí mami, de maravilla, ¿verdad papi? —yo pensaba: «Tu marido me puso su polla en mi espalda, mojándome con sus líquidos seminales. Te lo voy a quitar ya que tú no le haces caso».
—Sí Viviana, caímos como troncos —respondió papá.
—Ay papi, tú sí que roncas, ¿eh?
—Jajajaja… eso se me olvidó de decirte Sandrita, pero con el tiempo te irás acostumbrando, jajajaja… —me dijo mamá.
—Bueno, bueno, ya mi hijita, date prisa, ya es hora de irnos a la escuela —dijo papá.
Durante el trayecto a la escuela estuvimos conversando de cosas irrelevantes, como si nada hubiera pasado en nuestra habitación. Llegamos a mi colegio y papá se despidió de mí, como siempre, dándome un “piquito” en mis labios.
—Chau mi amor, cuídate que lo pases bien —se despedía de mí.
Al salir de la escuela me fui a una tienda de venta de lencería y me compré tres tangas hilo dental de diferente color de talla pequeña, quería provocar más a mi padre cuando estemos juntos en nuestra cama.
Llegué a casa y encontré a mis padres en la mesa a punto de almorzar. Saludé a cada uno de ellos y pasé a ver a mi hermanita. Luego me senté a la mesa y nos pusimos a conversar de diferentes temas como siempre lo hacíamos. Después de terminar de almorzar papá se fue a hacer una siesta, mamá y yo nos fuimos a la cocina a lavar la vajilla, poniendo todo en orden. Me fui a mi habitación y encontré papá ya levantado y dándose una ducha con la puerta del baño abierta.
—Papito, ¿puedo entrar? Tengo ganas de orinar.
—Pasa mi reina, no te preocupes por mí —al ingresar al cuarto de baño me percaté que la mampara que cubre a la ducha estaba semiabierta por un lado y mientras que mi papá se lavaba la cabeza pude ver su semejante verga y sus inmensos huevos que le colgaban. Lo curioso es que estaba completamente depilado. Eso me excitó enormemente, pasé al inodoro y pude vaciar mi vejiga. En ese preciso instante salió él de la ducha con la toalla que le cubría su bajo vientre y me vio sentada en el inodoro.
—Hola princesa, ¿ya terminaste de ayudar a tu madre amor? —preguntó.
—Sí papi, todo quedó bien y mamá se fue a su habitación a ver a mi hermanita que parece que se había despertado por hambre seguramente.
Tomé un pedazo de papel higiénico y me limpié mi vulva delante de él, luego me levanté, subí mi calzón y luego la falda del uniforme de la escuela. Todo eso estaba viendo papá sin inmutarse.
—Bueno voy a cambiarme princesa para irme a trabajar. Quiero que me ayudes a buscar mi ropa interior y todo lo demás cariño —me solicitó mi padre.
—Ok papi, te voy a mostrar dónde está ubicada cada clase de prenda que tienes… Dime, ¿y cómo hiciste en la mañana para vestirte e irte a trabajar?
—No te imaginas. Me fui con la misma ropa interior y lo único que me puse limpio fue la camisa y los pantalones.
—Jajajaja… me hubieses levantado papito.
—No quise levantarte, ya que te veía que estabas durmiendo riquísimo y quería que durmieras un poco más.
—Ok, ven sígueme, aquí están tus bivirís, acá están tus calzoncillos, por acá tus calcetines, allí tus camisas, acá tus pantalones —y en esos momentos se le desata la toalla que cubría sus genitales, quedándose completamente desnudo mostrándome una verga de tamaño descomunal, como unos dieciséis centímetros así dormida y unos huevos espectaculares.
—¡Carajo! Discúlpame mi cielo por favor.
—No te preocupes papito, recuerda que ya te la conocía, pero sí no recordaba bien que estabas bien dotado mi rey… Bueno, yo también voy a darme una ducha mientras te cambias.
Y delante de él comencé a desvestirme hasta estar completamente desnuda ante mi padre. Él de reojo veía cada parte de mi cuerpo, se puso de espaldas porque seguramente se le estaba empinando el pito.
—Bueno papito, voy a entrar al baño. Me despido mi rey, que todo te salga bien —le di un besito corto, como siempre en sus labios y fui a bañarme.
Dentro de la ducha me tuve que dar una impresionante paja, ya no aguantaba más la arrechura en todo mi cuerpo. Luego salí del baño, me sequé y me metí a la cama a hacer una pequeña siesta.
A la hora me desperté y me puse a hacer mis tareas y después me fui a la habitación de mamá a conversar con ella de cosas triviales.
Llegó la noche, y después de cenar como ya es costumbre de la familia pasamos a la sala a ver una película de streaming por televisión, mi hermanita se puso a llorar y mi madre fue a atenderla. Yo me senté en el sofá en reemplazo de mamá y me puse pegada a papá como el día anterior, pero esta vez fuimos un poco más atrevidos los dos: Yo tomé la iniciativa en ese aspecto, con mi mano acariciaba el pecho velludo de papá y me atreví a avanzar más abajo que rocé su glande, ya que como estaba erecto se encontraba echado sobre su vientre, yo no dije nada y felizmente él tampoco. Así estuve buen tiempo acariciando a mi padre y esta vez más osada ya rozaba esporádicamente el glande de papá, solamente eran rozamientos. Ante esta circunstancia papá aprovechó en avanzar también un poco más, dejó de acariciarme el hombro para luego bajar a mi cintura, acariciándola por encima de mi camisón y con ese movimiento estaba subiendo un poco más la bata logrando subirla hasta la altura de mis glúteos exponiendo mis piernas desnudas y toda la cintura, solo me cubría el calzón. Continuaba acariciándome la cintura, paulatinamente bajaba hasta la cadera y luego al muslo de mi pierna derecha y luego repetía nuevamente la misma rutina varias veces, pero con mucha delicadeza y sin apuros. Allí ya comprendí totalmente que papá me deseaba tanto como yo a él. Estaba super cachonda, mi vagina emanaba grandes cantidades de jugos. Después de varios minutos de estos juegos entre padre e hija, papá dijo:
—Cariño, creo que ya es hora de irnos a la cama, es tarde, ¿te parece si continuamos viendo la película en nuestra habitación? —me encantó cuando dijo “nuestra” habitación.
—Sí papito, tienes razón, mejor la vemos allí, podríamos quedarnos dormidos —le respondí a papá, a la vez que estaba ansiosa de lo que podría suceder cuando ambos estemos debajo de la sábana.
Ingresamos a nuestra habitación, encendí el televisor, papá me dijo que mejor ingrese yo a darme una ducha y que él después lo haría. Me quité el camisón delante de papá, solamente me cubría el calzón e ingresé a bañarme con la puerta del cuarto de baño abierta. Después salí con un tanga hilo dental azul semi transparente que cubría mi pubis velludo que se translucía. Mi padre se quedó con la boca abierta y atinó a decir:
—Ya eres toda una mujer mi bebé, eres mi princesa adorada.
—¿Te parece papito? —le pregunté dándome una vuelta lentamente sobre mi mismo eje y pudo observar mis tetas y mi culo, ya que el hilo dental desaparecía entre mis nalgas. Pude observar que la verga de mi padre se había puesto como un garrote a través del short y se metió a darse un baño. Al salir estaba cubierto con una camiseta, como siempre él solía dormir y cubierto la parte baja con una toalla. Se metió a la cama y debajo de la sábana se quitó la toalla y me dijo:
—Bebé, por favor deja la toalla en el baño. Ya sabes que acostumbro a dormir sin nada en la parte de abajo.
—Claro que sí mi rey —tomé la toalla, salí de la cama solamente con mi tanga hilo dental puesta y coloqué la toalla en el toallero del cuarto de baño, sintiendo la mirada de papá en todo mi cuerpo. Cuando salí de allí, vi que la sábana había formado una carpa grande de circo nuevamente. Ya no me inmuté, quedé mirando ese panorama, luego apagué la luz, me metí a la cama con papá debajo de la sábana, me recosté sobre su pecho como el día anterior y nos pusimos a “ver” la televisión.
Yo cavilaba: «Ésta es tu noche Sandra, tú tienes que dar la iniciativa, él no lo va a hacer por sus prejuicios».
Comencé a acariciar su pecho velludo despacio, lentamente, fui bajando por su vientre, acariciándolo, me atreví ir más abajo hasta su muslo velludo, lo masajeaba lentamente y después metí mis dedos entre sus ingles, tuve temor que probablemente pudiera reaccionar en forma negativa ya que la parte de arriba de mis dedos acariciaba sus testículos, pero sin embargo no dijo nada, mas bien abrió más sus piernas invitándome a que continuara. Estuve así bastante tiempo acariciando sus ingles, el muslo de su pierna, subía a acariciar su vientre, bajaba hasta su muslo, luego me quedaba un buen tiempo acariciando su ingle y la parte superior de mi mano rozaban sus huevos, todo lo hacía despacio, paulatinamente, sin prisa, hasta que no pude más y con mi mano tomé sus huevazos que en un principio mi actitud fue como si estuviera pesándolos. Seguí acariciando sus colosales pelotas. Vi que su pinga estaba bastante erecta por la “carpa de circo” que se formaba en la sábana.
Entre tanto papá acariciaba mi cadera derecha, bajó hacia mis nalgas acariciándolas suavemente, por lo que yo a propósito había levantado mi culo para que la mano de mi padre acariciara las dos nalgas y mi cabeza la había bajado hasta su vientre, pocos centímetros nos separaba de su verga. Sentí intenciones de papá de llegar a mi vagina, por lo que mi pierna derecha la puse en forma de “V” invertida y papá comenzó primero a acariciarme con su dedo medio mis labios externos e internos mientras yo continuaba acariciando sus huevos. Al momento en que mi padre estaba ingresando meneándome mi vagina con su dedo medio se me escapó un gemido.
—Mmmm, mmmm, mmmm…
Aparté la sábana que nos cubría a ambos y entonces en esos momentos pude apreciar en su verdadera dimensión la monstruosa verga que se erguía majestuosa ante mis ojos. No pude resistir la tentación ante ese aparato y comencé a masturbarlo, lo cual se me facilitó porque todo el cuerpo de su miembro estaba aceitado con los líquidos seminales que estaba segregando. Lo hacía según lo que pude aprender en las páginas pornográficas que muchas veces ingresaba.
—Ooooh, ooooh, ooooh, así mi nena, así mi amor, qué delicia cariño —musitaba papá.
—¿Te gusta papito cómo lo hago? —le preguntaba a mi padre que se encontraba bien arrecho.
—Sí mi bebé, lo estás haciendo muy bien amor, continúa princesa, aaaah, aaaah, aaaah.
—Papito, a mí también me gusta cómo estás frotando, mmmm, mmmm, mmmm, tu dedo en mi vagina, ooooh, ooooh, ooooh…
Continuamos así más o menos como veinte minutos. Mi padre delicadamente me estaba sobando mis labios vaginales, lo hacía despacio, con mucho cuidado y yo super cachonda segregaba abundante líquido vaginal, que estoy segura que mojaban los dedos y la mano de mi progenitor. Quería chuparle la polla a mi padre, pero por otro lado me daba asco: nunca lo había hecho y sobre todo del tamaño que él tenía. Aún así, mis amigas me habían contado que al principio da repulsión, pero después cuando lo haces más seguido comienzas a tomarle gusto. De todas maneras, lo tenía que hacer. Yo me propuse convertirme en la mujer de papá, cueste lo que cueste, no iba a permitir que en la calle alguna perra le haga cosas cuando tiene a su hija que le podría hacer de todo. Debido a mi falta de experiencia y probablemente a mi inocencia, le pregunté a mi padre:
—Papi, ¿puedo chuparte tu pene?
—Sí mi nenita, pero espera un momento, vamos a hacer la pose del sesenta y nueve, para eso vamos a quitarte la tanga mi amor. Ahora levanta la pierna izquierda y pásala sobre mí, así que mi pene va a estar a la altura de tu boca y tu vagina va a estar a la altura de la mía, ¿te parece bien mi amor? —me estaba enseñando papá a ser una mujer.
—Bueno papito, ¿así está bien mi rey? —pregunté inocentemente.
—Mejor no podía estar cariño, eres buena alumna —dijo papá.
Inmediatamente mi padre acercó su lengua y comenzó a hacerme un delicioso cunnilingus. Recorría con ella suavemente mis labios exteriores, luego mis labios interiores, dedicaba un buen rato a lamer mi clítoris. Yo nunca había sentido esas sabrosas sensaciones.
—Aaaarrg, aaaarrg, aaaarrg, ooooh, ooooh, ooooh, mmmm, mmmm, mmmm, —jadeaba, gemía, aullaba, gritaba de placer— ¿Qué me haces papi? ¡Qué rico se siente amor! Uffff, uffff, uffff, ooooh, ooooh, ooooh —solté mi primer orgasmo con un hombre y ese hombre era mi padre. Todo mi cuerpo convulsionaba de placer, de lujuria. No pude más y me dejé caer sobre las piernas de mi padre.
—¿Te sientes bien mi niña? —preguntó papá. Después de unos segundos le respondí.
—Ay papá, ¡qué rico orgasmo me has dado mi amor!
—Este es el primero de muchos orgasmos que te voy a dar mi princesa —me levanté de la cama y me abalancé sobre él dándole un fuerte abrazo y por primera vez nos besamos como marido y mujer.
—Te amo papito. Te amo como jamás he amado a nadie. Tú eres el amor de vida —le dije a papá con todo el cariño que sentía.
—Yo también te amo mi pequeña. ¡Eres todo para mí cariño!
Nos quedamos abrazados por un largo período, dándonos muchos besos apasionados. Mi padre era el hombre de mi vida.
—¡Ay papá! Tú me has hecho gozar y yo no he hecho nada. Quiero chuparte el pene cariño, pero por favor enséñame, nunca lo he hecho.
—Bueno bebé, te voy a enseñar. Me voy a echar sobre la cama y tú te sientas a mi costado derecho dándome la espalda… Bien… Ahora pon tu brazo izquierdo al costado de mi cadera… Okey… Con tu mano derecha agarra el miembro…
—¿Así está bien papito? … Pero es muy grande mi rey. ¿Entrará todo en mi boquita? —le pregunté.
—No te preocupes mi vida, estás con papá… Así está bien mi bebé… Ahora comienza a pasarle tu lengua por la cabeza muy despacio…. Recorre toda la cabeza de mi pene —hice de acuerdo a sus instrucciones por un buen rato—…Con tu lengua pasa por la coronilla… Ésta es… Así, así mi amor, mmmm, mmmm, mmmm, lo estás haciendo bien. Luego recorre todo el cuerpo de mi pene, de arriba para abajo y de abajo para arriba varias veces, aaaah, aaaah, aaaah…Bien cariño… Enseguida chúpalo mi nena metiéndolo a tu boca, así, así, así mi amor… ooooh, ooooh, ooooh…
Comencé a mamarle la verga a mi padre, despacio, sin prisa, poco a poco iba entrando mi boca más adentro.
—Sluuuup, sluuuup, sluuuup… ¿Así está bien papi? ¿Lo hago bien? —le pregunté— ¡Qué grande y grueso es tu pene papito!
—Lo haces de maravilla cariño, creo yo que dentro de unas buenas mamadas tuyas voy a venirme cielo y con tu mano comienza a masturbarme. Yo te aviso antes de eyacular para que saques tu boca de mi pene, ¿sí mi cielo?
—No papito, de ninguna manera, quiero que beber tu semen.
—Y tú cariño, ¿cómo sabes eso? —pregunto papá.
—He visto videos papi y también algo sé por mis amigas, creo yo que algo se puede aprender, ¿no? —aunque es la primera vez que iba a recibir la lefa de un hombre en mi boca, me excitaba sobremanera porque justamente era mi padre. Si no lo hacía yo, lo haría una zorra de la calle.
Así que nuevamente empecé a mamarle el pepino a mi padre y a la vez lo masturbaba. Después de un tiempo comenzó a lanzar a mi boca cantidades enormes de semen que fui tragando lo que podía, otra parte se fue saliendo de la comisura de mis labios resbalándose sobre mi mano.
—Aaaah, aaaah, mmmm, mmmm, ooooh, ooooh, rico mi princesa, rico lo has hecho mi amor —extasiado me hablaba papá. Yo continuaba exprimiendo con mi mano su pene y chupándoselo hasta dejarlo bien seco. Ya cuando salió la última gota me abalancé sobre mi padre y nos morreamos en un lujurioso beso con lengua incluida, saboreando ambos su semen y mis líquidos vaginales, a pesar de todo no sabía tan mal la leche de mi padre. Luego de unos minutos después de decirnos que nos amábamos mucho y que nos deseábamos nos quedamos dormidos profundamente, desnudos sobre la cama.
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