El viejo Ernie

El viejo Ernie



Era un cálido día aquel, cuando Ernie vio a la joven pareja que se mudó a su nueva casa al final de la calle. El hombre hacía ya 50 años que vivía en el vecindario, y siempre le emocionaba conocer nuevos vecinos.

Al ver como arrancaba el camión de la mudanza decidió que era hora de ir a presentarse.

Roberto se encontraba emocionado de por fin tener una casa para él y su esposa, gracias a su reciente ascenso. Tendría más de su tiempo ocupado, pero él salario lo valía.

Deseaba darle lo mejor de lo mejor a su bella esposa, la había conocido cuando ella apenas tenía 18 y él ya 32, la diferencia de edades y la habladuría de la gente poco importó al lado de lo increíblemente hermosa que era aquella joven.


Se sentía sumamente orgulloso de haber sido quién la desvirgara al tiempo de que empezaran a salir, y tras un par de años contrajeron matrimonio. Para él era un sueño hecho realidad.

Se encontraba desempacando y acomodando cajas cuando escuchó que tocaban la puerta principal, al abrir tuvo que reprimir una reacción de sorpresa.

Frente a él se encontraba un... hombre, bajo, muy bajo, debía de medir menos de 1.30 m era viejo, de complexión robusta, tez morena y cabello rizado largo ya completamente cano, a pesar de que su expresión era alegre, sus facciones toscas lo hacían ver francamente un hombre feo. Fácilmente le calculaba más de 80 años.

-Hola vecino, soy Ernesto Valencia, vivo a unas casas calle arriba, bienvenidos a nuestro maravilloso vecindario. -se presentó el pequeño hombre.

-Un placer señor Ernesto muchas gracias. -respondió saliendo de su sorpresa-. Mi nombre es Roberto y ella es mi esposa, Mónica.

En ese momento su pareja se encaminaba hacia la entrada para ver con quien hablaba su marido.

-¡Hola buenas tardes vecino! -Saludo la animada mujer, mientras el anciano se había quedado boca abierta.

Roberto notó aquello, pero en honor a la verdad no podía culparlo, su esposa era increíblemente hermosa! Gracias a sus años de porrista, y luego por su afición al ejercicio tenía un cuerpo torneado y con voluptuosas curvas en los lugares correctos, algunas veces le decía en broma que tenía cuerpo de estrella porno. Además, poseía una hermosa melena castaño claro y unos hermosos y grandes ojos azules. En ese momento ella se encontraba utilizando una pequeña playera de tirantes delgados, que mostraba un escote descomunal y dejaba ver su plano vientre, además de unos pequeños shorts de mezclilla que apenas si cubría su retaguardia.

Invitaron a pasar a su nuevo, y pequeño vecino, quien de manera muy animada comenzó a contarles la buena elección que habían hecho al mudarse a ese vecindario. Les comentaba de las frecuentes fiestas que se organizaban a las que acudían todos los vecinos.

Entre la plática Mónica continuaba con su labor de acomodo, observando Roberto como el simpático viejito prácticamente la seguía con la mirada. Eso le divertía, ya que sabía el increíble y erótico cuerpo que tenía su joven esposa.

Decidió compartir una cerveza con nuevo vecino. -Moni, amor nos podrías pasar unas cervezas

Ella solicita como siempre, tomó un par de botellas del refrigerador, de paso dándole a ambos hombres una espectacular vista de su perfecto trasero

Al abrirlas, por descuido, el gas hizo que la bebida se derramara por toda su blusa. Inmediatamente transparentando un bra de encaje y parte de la tersa piel de su enorme busto

-Aaaah ¡demonios! -una disculpa señor, derrame su cerveza, en un momento le entrego otra.

Decía la apenada Mónica, mientras Roberto veía como los ojos del viejo casi se salían de sus cuencas, creía que le daría una embolia.

Mientras Mónica salió a cambiarse de ropa los hombres continuaban conversando.

- ¿Disculpe el atrevimiento, que edad tiene señor Ernesto?

-Llámame Ernie, respondió el vecino. -y tengo 73, aunque de corazón joven jejeje

-¡woow! justo la edad que le calculé. -se escuchó la alegre voz de Mónica que nuevamente entraba a la habitación, se había colocado una blusa cerrada de manga corta, pero para ambos hombres fue bastante notorio que la joven había decidido quitarse el mojado sostén y no colocarse nada de vuelta, se notaban claramente sus puntiagudos pezones rozando la delgada tela.

Ernie no perdió de busca el suave bamboleo de aquellas mamas que a pesar de no tener ningún soporte se mantenían en su lugar.

Roberto, algo shockeado, pero sabiendo que su esposa en muchas ocasiones no se deba cuenta de lo que provocaba en los hombres con sus descuidos. Trató de continuar la plática.

-Pues déjeme decirle, Ernie, que hubiera apostado por que era más joven. -mintió el hombre, se ve muy bien para su edad.

-Así es cariño, ojalá tú te veas tan bien a su edad jajaja. -comentó la risueña Mónica ajena a que el viejo vecino le comía las tetas con la mirada.

- ¿Y ustedes tortolitos? preguntó el anciano.

-Robe tiene 35 y yo 21.-dijo de manera natural la dama, el viejo al escuchar que aquello le brillaron los ojos.

Roberto, tratando de dar por terminada la situación soltó de pronto. -oye cielo, ya muero de hambre ¿qué te parece si vamos al McDonald's?

-cielos no deberían de comer en esos lugares, no es bueno para su cuerpo- dijo el viejo rápidamente, antes de que la joven pudiera contestar.

-Sí, lo sabemos, pero no tenemos nada de comer en la casa. -trató de excusarse Roberto.

-Pues no se diga más, irán a comer a mi casa. -dijo el pequeño sujeto levantándose.

-No ¡no!, señor ¡cómo cree! dijo Mónica, no se preocupe, nos las arregláremos.

-Insisto, los veo en mi casa en 30 minutos. -terminó el viejo no autoridad, no dejando lugar a réplicas-. Es justo 3 casas arriba, a la derecha, verán un rosal en el patio frontal.

El viejo ya se dirigía hacia la puerta

-De acuerdo Don Ernesto. -dijo al fin Mónica con un leve rubor en las mejillas, ahí estaremos.

Ernie se encontraba terminando la comida cuándo llegaron sus invitados, rápidamente los invitó a pasar, no se cansaba de admirar a la suculenta ama de casa, dirigiéndolos hacia la cocina no despegó su mirada de cómo se meneaba su imponente y parada cola, Mónica seguía con el pequeño short de mezclilla.

-Mmm, huele delicioso, ¿que preparó señor Ernesto?


-Por favor, mi bella Mónica, llámame Ernie, y eso que hueles un una pasta fetuccini con salsa carbonara y panceta. -Dijo el viejo mientras les indicaba a tomar asiento-. es algo sencillo lo sé, pero es de mis platillos favoritos cuando era chef.

Esa declaración generó una gran impresión en la joven ama de casa, queriendo saber más, sin embargo, Roberto se sorprendía más en cómo alguien con su edad y su...condición se las podía apañar para tener una vida completamente independiente y funcional.

-Ooh por Dios, esto está delicioso. -dijo Moni tras dar el primer bocado.

La pareja devoró la comida con avidez y gustó. Después con café se entretuvieron con la sobremesa, escuchando historias de la interesante vida de Ernesto, las cuales genuinamente disfrutaban, sobre todo la bella joven.

Ya casi anocheciendo, el anciano, antes de que se fueran les dio un tour por su casa, la cual era muy diferente que la que la pareja acababa de adquirir.

De estilo colonial, era enorme, tras enseñarles la sala y el estudio salieron al patio trasero donde vieron un hermoso jardín con árboles frutales, que servían como barrera natural para evitar que alguien fisgoneara en su patio, además de que en el centro estaba una moderna piscina.

-Están invitados chicos, a utilizar esa piscina cuando lo deseen, será un placer para mí. -dijo el sonriente ancianito, procurando lanzar el comentario al aíre, pero internamente lo decía específicamente Mónica, vaya que sería un placer ver a esa diosa en bikini.

Ella se interesó por el bello jardín -siempre había vivido en departamentos, la verdad es que no sabría cuidar uno por mí misma. -decía.

-Pues entonces déjame enseñarte algunas cosas básicas para que el tuyo sea el mejor de la cuadra -comentó cortésmente el viejo Ernie.

Acto seguido el pequeño anciano inicio una cátedra acerca de plantas y flores, mientras deambulaba por el patio seguido de los esposos, Mónica escuchaba atenta.

-Disculpa querida, creo que me adelantaré a la casa, para terminar de empacar sino te importa. -dijo después de un tiempo Roberto, quien ya no podía disimular su aburrimiento.

-Claro amor, sin problema en un ratito te alcanzo. -respondió sonriendo la joven que se encontraba inclinada sobre un geranio.

-Descuide compañero, terminada la lección la encaminaré a casa. -complementó Ernie. A la vez que extendía su mano para tomar la de la joven-. Permíteme mostrarte como de ordena el cobertizo. -señalando la pequeña edificación del fondo.

Al retirarse, Roberto volteó dar un último vistazo observando como el anciano posaba una de sus pequeñas y regordetas manos sobre la desnuda cadera de su esposa, casi por sobre una de las nalgas, lo atribuyó a que por la corta estatura del hombre no lograba colocarla donde la etiqueta marcaba.

El viejo Ernie no podía evitar admirar el suculento y joven cuerpo mientras la instruía, Mónica lo notaba y no parecía molestarle. De hecho, ya sin su aburrido marido. Ernie notó que la inocente ama de casa lanzaba miradas fugaces hacia su entrepierna. A diferencia de otras personas de talla pequeña que usaban ropa infantil, Ernie usaba ropa de sastre. Sus pantalones eran de tela liviana y corte ajustado, por lo que, ante la erótica vista de la jovencita, fácilmente se podía adivinar el bulto que marcaba su pene, un pene que cabía aclarar era de dimensiones bastante respetables, aun comparándolo con hombres de talla común.

Ernie lo era consciente de ello, y pudo ver, un fugaz segundo como los ojos de Mónica brillaban. y lo supo, esa joven hermosa y sexy terminaría siendo su hembra, y no había nada que el marido pudiera hacer para evitarlo.

Mientras tanto Roberto no podía sacar la imagen del viejo tomando de la cadera a su esposa, casi en el culo, lo más raro era que ella no hubiera dicho nada, usualmente Moni era bastante cortante cuando se trataba de algún hombre queriendo ser demasiado familiar, sin embargo, con este enano vejete no.

Tan pronto como surgieron esas ideas trató de desecharlas, es decir, el viejo tenía cuatro veces su edad, y para acabarla era enano. Lo más seguro es que simplemente extrañara el contacto femenino, si es que alguna vez la había tenido el pobre, y claro Moni siempre pensando en los demás no le molestó al pensar que ese tipo no era ninguna amenaza. Además, ella jamás lo engañaría, eran una pareja perfecta.

Aproximadamente una hora después llegó Mónica a casa, apenas entrar se soltó hablando el lo maravilloso y solícito que era Ernie, además de lo mucho que le enseñaba.

-Vendrá mañana para ayudarme a iniciar nuestro jardín. -dijo-. ¡Oh! Y además Nos invitó a una parrillada que organizará en su casa en dos semanas.

-Vaya sí que es un gran tipo- dijo secamente Roberto.

Trató de reprimir su animadversión, se repetía y otra vez que el viejo no era más que un buen tipo emocionado con los vecinos, que como cualquier hombre le gustaba admirar una mujer guapa.

*******

Los días comenzaron a pasar para los esposos, Roberto se la vivía consumido en trabajo, esa nueva posición sí que era demandante, casi a diario llegaba ya al anochecer a su hogar.

- ¿Cómo te fue hoy cariño? -. Era ya viernes por la noche, Mónica preparaba la cena

-Bastante ajetreado, casi no me rinde el tiempo en la oficina, ¿que tal estuvo tu día? -contestó Roberto mientras habría una cerveza.

- ¡Oh¡ Me fue genial, Ernie estuvo aquí todo el día ayudándome con el jardín, dice que me regalara una de sus gerberas para plantar aquí. -dijo la joven emocionada

-Hmm. -Exclamó Gruñendo Roberto.

-¿Sucede algo cariño? Preguntó ella.

-No, nada, olvídalo. -respondió rápidamente, sin embargo, notó como Mónica le lanzaba una mirada seria que daba a entender que no le creía.

-Está bien, es solo que pasas mucho con el viejo, y he visto cómo te mira, no me gusta que venga tan seguido a la casa

-¿Ese es el problema? ¿El como me mira?, Me mira prácticamente como todos lo hombres, -dijo Moni mientras acercaba una ceja-. Y nunca te había molestado

-Bueno. -respondió el cansado hombre-. Tal vez es solo que es el primer hombre con el que has hecho amistad en mucho tiempo, y me molesta que pasen tiempo juntos, me preocupa que se quiera propasar.

-¡Jajaja! ¡El pobrecito podría ser mi abuelo! -La molestia de Mónica dio paso a la risa-. Además, con su estatura no creo que me sea difícil escapar de él si se requiere jijiji.


Roberto se sintió algo avergonzado por haberle expuesto esa preocupación.

-Tranquilo cariño, el señor Ernie solo desea ser amistoso, no tienes nada de qué preocuparte jiji. -terminó por decir aun riendo la bella ama de casa

-Si, supongo que tienes razón…

*******

A lo largo de la siguiente semana, Ernie acudió de manera diaria para ayudar a su joven vecina con el jardín, y cada día era una delicia para él, ya que la hermosa nena siempre lo recibía utilizando algún conjunto de ropa que resaltaba su delicioso y juvenil cuerpo.

Ese día la nena traía puesto solo un brasier deportivo de color negro, que apenas si podía contener sus enormes senos, así como un short de licra a juego, que dejaba ver sus torneadas y claras piernas, se adhería como una segunda piel a su culo.

-Tienes un maravilloso cuerpo florecita, debes de ejercitarte mucho para mantener esa figura. -Dijo el viejo lanzando un cumplido, mientras veía como la mujer se encontraba prácticamente en cuatro patas, mientras excavaba un hoyo en la tierra.

Mónica se ruborizó, ya desde los primeros días su vecino frecuentemente la piropeaba, hasta un sobrenombre de cariño le había puesto.

-Muchas gracias, Señor Ernie, es usted muy amable y galán. -correspondió la ruborizada joven.

Mientras continuaban trabajando Ernie le contaba historias y anécdotas graciosas, manteniendo a Mónica risueña y alegre, el astuto anciano podía notar como aquella diosa se sentía cada vez más a gusto en su compañía, veía en sus ojos que le despertaba interés, además de que, de cuando en cuando, la sorprendía desviando aquellos hermosos y azules ojos hacia su entrepierna, para esos días de trabajo Ernie había estado llevando pantalones deportivos, eran de tela delgada, por lo que sabía que fácilmente se marcaba el trayecto de su miembro el cual admiraba su vecina.

Un día en que el sol estaba inclemente, habían estado trabajando mucho a la intemperie, se encontraban agotados y completamente empapados en sudor. Ernie veía como la piel de porcelana de su vecinita parecía brillar a la luz del sol, principalmente resaltaba la piel de sus abundantes pechos que se veían por el escote del brasier deportivo, se veían perfectos. Estando ambos exhaustos de trabajar, el anciano sugirió, que como recompensa y para refrescarse, se merecían disfrutar de un buen rato en su alberca.

-Señor, creo que lo único que usted quiere es verme en bikini. -dijo Mónica arqueando las cejas a la vez que sonreía de manera traviesa.

-Ese definitivamente sería un gran premio por un buen día de trabajo duro jajaja. -Respondió el astuto viejo devolviendo la sonrisa, pronto ambos soltaron una risa.

El viejo se adelantó hacía su casa, a preparar la alberca y de paso algunas bebidas.

A los pocos minutos llegó Mónica, ya en el patio ocultos de miradas curiosas, la nena se retiró la larga bata con la que había llegado dejándose ver para su viejo anfitrión en toda su plenitud.

El blanco conjunto del bikini era pequeñísimo, la parte de abajo solamente alcanzaba a cubrir su triangulo que se podía adivinar mantenía depilado, y por detrás, la tela de hijo se perdía separando ese grandioso par de nalgas que se gastaba la nena, que pedazo de culo tenía. La parte del top apenas si le tapaba un poco más que las exquisitas aureolas que tenía en ese par de tetas.

Que pedazo de mujer, pensó el Viejo Ernie, recreándose en la sensual anatomía…su cuerpo estaba hecho a la perfección, no había nada que faltara o sobrara de su perfecta y delineada cuerpo.

-¡Wow!. -dijo el Viejo-. Pago aceptado, estas hecha una diosa. -seguía recorriendo cada curva con la mirada

Moni rio de manera coqueta, satisfecha. -Oow gracias Ernie, ¿Qué te parece otro trabajo? Ponerme algo de bloqueador en la espalda

En ese momento la joven extraía una botella de la solución de una pequeña bolsa que traía.

-Será un absoluto placer. -el viejo tomó el bote sonriendo.

Mónica se recostó sobre una de las tumbonas que estaban al lado de la playa, sintiendo como el pequeño viejo prácticamente se le subía encima, poniéndose a horcadas cerca del nacimiento de sus nalgas.

El Viejo esparció el bloqueador sobre su espalda, y empezó a masajear la piel de la nena era suave y tersa, recorría de los hombros hasta la parte baja de la espalda, metiendo sus pequeñas manos por debajo del top del bikini.

-Mmmnh, ¡Oooh! -la joven dejaba escapar leves sonidos de satisfacción mientras sentía esas hábiles manos.

Pasados unos minutos Ernie concentraba su masaje en la espalda baja, poco a poco acercándose a aquella dura e imponente cola, finalmente fue por todo, posó cada mano en un cachete iniciando un movimiento de masaje, las sentía firmes por debajo de la suave piel.

-Esa no es exactamente mi espalda. -dijo Moni sin intentar moverse.

-Lo sé lo sé, pero me pareció que también necesitarías algo de protección por aquí. -dijo Ernie a la par que con su mano izquierda le daba un firme apretón a la carnosa nalga. Mónica río ante el comentario.

-Creo que es hora de que entremos a la alberca, sugirió la joven.

El viejo esperó a que la nena fuera la primera en entrar para exponerse de pie sobre la orilla de la piscina, era una oportunidad única donde podría estar sobre su nivel de visión, la aprovechó para que Mónica pudiera nuevamente admirar el grueso bulto que se formaba dentro del pequeño traje de baño.

Pasaron el resto de la tarde dentro de la alberca, compartiendo bebidas y disfrutando de la mutua compañía.

Al día siguiente, como era usual se encontraban en casa de Mónica trabajando en el jardín, Ernie aprovechó que su vecina se encontraba preparando el almuerzo para ir al baño.

Mientras hacía sus necesidades observó en el cesto de la ropa que sobresalía lo que claramente era ropa interior de la casada, lo tomó observando que era una pequeña tanga de encaje rosa, rápidamente la llevó a su nariz para aspirar aquel olor a hembra. Tomó su verga para empezar a jalársela, inmediatamente se encontraba duro a más no poder.

Se encontraba cerca de eyacular cuando la puerta se abrió, la joven nena se quedó petrificada en el marco de la puerta, el viejo le daba la espalda, sin embargo, gracias a un espejo de cuerpo completo en la pared, pudo observarlo todo.

Lo sospechaba, pero aun así estaba impactada, ¡todo lo que la naturaleza le había restado de estatura se lo había compensado en el miembro! Aquello era desproporcionado, la comparación era inevitable y estaba segura de que era más grande que el de su marido.

Ernie no podía creer su suerte, había tentado al destino lo sabía, pudo haber sido un desastre, pero por el mismo espejo por el que la nena lo miraba, el veía de vuelta, y observaba como la hermosa joven tenía la mirada perdida en su enorme verga mientras se mordía el labio inferior.

De golpe la joven, como saliendo de su trance, se disculpó por la interrupción y cerró la puerta rápidamente.

Dejando claro al maquiavélico viejo que más tarde que temprano su verga estaría dentro de ese suculento cuerpo.

*******

Por fin era fin de semana, los únicos días que Roberto se encontraba en la casa, como siempre, el viejo y su mujer se encontraban afuera trabajando en el jardín. Mientras él se encontraba en la sala, viendo un partido de fútbol.

Al acudir a la cocina por más cerveza, escucho un sonido extraño que provenía del cuarto de lavado. Al asomarse pudo ver al pequeño Ernie, quien tenía en una de sus manos una las piezas de lencería de su esposa, las cuales olfateaba como degenerado, a punto estuvo de confrontarlo cuando, horrorizado vio que se masturbaba frenéticamente la polla. Pero más allá de la asquerosa acción lo que lo dejó sin palabras era que aquel era uno de los penes más grandes que había visto en su vida, era como largo y grueso como una lata de papas Pringles con una cabeza en forma de hongo de color morado.

Rápidamente se alejó de la escena, sin embargo, tenía esa imagen grabada a fuego en su mente. Durante el resto del día no pudo pensar en otra cosa ¿Cómo alguien tan pequeño podía cargar con semejante cosa?

Las preocupaciones de Roberto volvieron, siempre supo que no era el mejor equipado, pero nunca pareció molestar a Mónica, aunque era cierto que él era el único hombre con quien su mujer había tenido sexo.

¿Qué pasaría si viera esa cosa? ¿se asustaría, sería tentada? Estaba claro que el vejete estaba interesado en ella, y no dudaba que cuando estaban a solas probablemente la coqueteaba.

No, no había forma, Mónica jamás lo haría, además, aquel hombre no dejaba de ser un decrepito y enano anciano. Solo estaba siendo paranoico.


Se llegó el día de la parrillada, Mónica se esmeró en su vestimenta, se veía increíble, estaba enfundada en un vestido de tirantes azul rey, corto, y con generoso escote, como era usual en ella, sin sostén, se podían notar los duros pezones asomándose un poco.

-Tal vez deberíamos quedarnos en casa, y tener una fiesta tú y yo. -Le dijo Roberto a su sensual esposa, con una sonrisa pícara. Había pasado ya un tiempo desde la última vez que había tenido sexo, con todo eso de la mudanza y su nuevo trabajo.

Mónica rio. -realmente deberíamos ir para conocer a el resto de nuestros nuevos vecinos. Pero... quien sabe, tal vez esta noche tengas suerte. -terminó con una sonrisa seductora.

Se dirigieron hacía la casa de Ernie quien los recibió en la puerta, al verlo Roberto no podía evitar pensar en su enorme pene, por más que tratara de sacarlo de la mente.

Su anfitrión los presentó con los muchos invitados, todos ellos vecinos, rápidamente se encontraron entablando conversación.

En un principio, Mónica se mantenía unida a su marido, sin embargo, al pasar la velada, y gracias a las generosas bebidas que Ernie distribuía entre todos, la timidez inicial fue superada, cada uno conviviendo por su lado

Roberto podo notar a la gran mayoría de los hombres de la fiesta, ya fueran maridos o padres, mirando el culo o los senos de Mónica. No podía culparlos.

Sin embargo, ese viejo que quería hacerle competencia, prácticamente la devoraba con los ojos, se le notaba que al observarla se iba imaginando lo que haría con ella. Ésa sobrada autoconfianza hacía que se incomodara cuando captaba que el viejo miraba a su mujer.

Si bien Mónica no notaba nada de aquello, o si lo notaba, no le parecía molestar, probablemente porque lo consideraba un inocente viejo.

Hacía el final de la velada, empezó a buscar a su esposa cuando la vio sentada en un sillón de jardín acompañada, del viejo Ernie.

El anciano se encontraba sentado inclinado muy cerca de la nena, Roberto y noto como le acariciaba uno de sus brazos para luego le frota la desnuda espalda, mientras ambos reían juntos. Definitivamente el pervertido anciano cada vez era más audaz y a Mónica no parece importarle.

-Hola chicos ¿qué platican? -Interrumpió bruscamente, tratando de mostrarse sonriente.

- ¡Cielo! Ernie me contaba algunas historias sobre las fiestas de barrio que tienen aquí. Suenan salvajes. -Explicó Mónica.

-Eso es genial, ¿cuándo es la siguiente? -Pregunto Roberto fingiendo interés.

-Sera para Halloween pequeño Robert, dentro de dos semanas -Dijo Ernie mostrando su amplia sonrisa-. Habrá un gran un concurso de disfraces por parejas.

-En Halloween eh, vaya, estaré fuera del país en un viaje de negocios. -Respondió Roberto airado.

Por el resto de la fiesta el preocupado hombre se mantuvo cerca de Mónica para obligar a Ernie a mantener su distancia. Simplemente ya no se fiaba de ese viejo bastardo.

*******

Después de la “exitosa” primera fiesta de la pareja. Ernie continuó acudiendo de manera diaria a su casa, la seducción de su ama de casa favorita iba según lo planeado.

Principalmente se dedicaban a trabajar en el jardín, pero poco a poco comenzaron a hacer otro tipo de cosas. Tomaban el té o almorzaban juntos, algunas ocasiones se juntaban a ver la telenovela favorita de ella y por la tarde salían a dar paseos por la plaza del vecindario.

En cada momento que se prestaba, el maduro hombre, constantemente deslizaba sus hábiles manos sobre la grácil y joven anatomía de la casada, de manera casual tocando sus brazos, espalda o piernas.

Él había notado desde el principio, que Moni parecía amar que fuera el foco de atención. Claramente, el imbécil de Robertito no la había follado en meses, ella exudaba deseo. Siempre que estaban juntos ella usaba blusas muy reveladoras prácticamente enseñándole las tetas, y pantalones o shorts a la cadera ajustados.

Por su parte, con el paso de los días ella comenzó a corresponder también aumentando el toqueteo hacía su maduro vecinito, en algunas ocasiones aquellos grandes ojos azules no podían disimular su lujuria, y ya sin disimulo, el satisfecho Ernie, la “atrapaba” mirándole la entrepierna.

Un miércoles, acababan de terminar de trabajar en el jardín. -Mi cuello me está molestando un poco. -Comentó Mónica tomando su cuello, bien habían pasado toda la mañana agachada trabajando la tierra.

-Pobre de mí florecita, vamos a la sala, podría darte un mensaje relajante. Sugirió solicito el viejo.

-Oww gracias, eso sería una delicia, usted siempre salvándome. -Respondió ella con una sonrojada sonrisa.

Ya en la sala ella se sentó en el suelo, recargada en el sillón, en donde el viejo se sentó al borde para poder acceder a la bella anatomía de la joven, comenzó a dar un masaje a ambas manos alrededor de su cuello. La nena ese día, como todos, portaba un top escotado, por lo que desde su punto de vista el viejo se recreaba observando las impresionantes tetas de su vecina.

-Sabes florecita, estaba pensando, el bueno de Roberto estará fuera de la ciudad para la fiesta de Halloween, y da la casualidad de que no tengo pareja, podríamos juntarnos para el concurso de disfraces. -Mencionó el viejo deslizando sus manos ya hasta los tersos hombros de la bella joven.

-¡Oooh! ¡es una gran idea! -Respondió Moni-. Estaba pensando si en ir vestida de colegiala, o Gatúbela-.

-Serías una maravillosa Gatúbela, tienes una sensualidad felina jeje, además yo podría encontrar un disfraz de El pingüino para complementar la pareja. -Dijo el viejo, no pudiendo reprimir una perversa sonrisa. La nena sin voltear asintió sin rechistar.

-Mmnh ¡Ooh!, Ernie, tus manos son mágicas, siento mi cuello realmente relajado. -Gimió Moni.

-Eso es lo que dicen todas las chicas jeje, estas pequeñas manos son especiales para aflojar los sitios apretados. -Respondió el viejo viendo como Mónica giraba su cabeza para verlo mientras arqueaba la ceja, sin embargo, en sus labios se marcaba una sonrisa astuta.

- ¿sabes qué? Tu blusa está tan apretada que me impide masajearte a profundidad. Vamos a quitárnosla.

Sin presentar ninguna resistencia, tomó el pequeño top, retirándolo por la cabeza con la ayuda de Moni, dejándola solo usando solo un frágil sostén de algodón, que si apenas podía contener los abundantes senos.

Rápidamente comenzó a frotar los hombros de la dócil ama de casa, moviendo lentamente sus manos por la tersa espalda.

-Creo señor masajista, que solo querías verme nuevamente en sostén, ¿no? - e burló la nena disfrutando el masaje.

-Tal vez, una vez nunca es suficiente... dijo el anciano. -inclinando su pequeño cuerpo para alcanzar y tomar aquellas deseables tetas mientras y besó su delicado cuello.

-¡Oh! Ernieee.... -Ella gimió nuevamente al sentir aquellas manitas poseer a voluntad sus tetas perfectas.

Ernie se sentía triunfal continuaba besando a lo largo del grácil cuello, mientras masajeaba esas mamas de campeonato, a punto estaba de también deshacerse del estorboso sostén cuando comenzó a sonar el celular de Mónica.

Ella saliendo de golpe de su estado de calentura se levantó saliendo del alcance del lujurioso viejo. -Espera, no deberíamos estar haciendo esto. -Dijo Moni mientras se dirigía a tomar su celular.

¡Maldito teléfono de mierda!, estaba a punto de conseguir a esta hembra! Maldijo el viejo

Pasado unos minutos, Moni regresó a la habitación, aún vestida solo con su pequeño sostén y short de licra.

-Lo siento mucho, Mónica. -se disculpó el viejo era mejor retractarse para no perder el avance logrado-. me dejé llevar, no debí ponerte en esta situación.

El viejo tenía una cara de culpa que hubiera convencido a un sacerdote.

-Gracias aprecio que digas eso, y sé que yo tampoco soy inocente aquí, solo evitemos nuevamente caer en estas situaciones okis. -Dijo la hermosa nena, con más confusión que enojo en su cara.

-Completamente de acuerdo. Te dejo por hoy. -el viejo se levantó para salir de la casa-. Espero seguir contando con ustedes para la cata de vinos que organizaré el domingo ¿verdad?

-Por supuesto que estaremos ahí, tú amistad es algo que aprecio y no me gustaría perder. -Respondió Moni rápidamente.

-Bueno eso es muy bueno. -el viejo dejó la casa con una sonrisa...

*******

Había llegado nuevamente el domingo de fiesta vecinal, ese día Mónica había elegido un sexy vestido negro sin tirantes, de tela tipo licra, que se pegaba a su deliciosa anatomía, dejando obvio que nuevamente no utilizan brasier bajo la casi transparente tela, dejando ver que aquellas paradas tetas sostenían el vestido, por debajo debía traer solo una pequeñísima tanga.

Aquella velada iba mucho mejor que la previa para Roberto platicaba animadamente con varios vecinos, la comida y el vino eran abundantes y deliciosos. Y lo mejor de todo observaba a Ernie guarda sus distancias con su bella esposa.

Ernie, esplendido como siempre, terminada la comida sacó varias botellas de costoso whiskey para que todos lo probaran. Para Roberto fue de lo más sabroso e intenso que había probado.

Como era esperado, tras varios tragos, pronto todos están bastante borrachos. Incluido Roberto.

Más tarde esa noche, a Roberto le urgía orinar, por lo que se dirigió al baño de invitados, pero la puerta está cerrada.

-Si te urge mucho, hay un baño en la planta alta, subiendo las escaleras a la derecha. -Le dijo uno de los vecinos al ver la cara de Roberto.

-Está bien, gracias, hermano. -Respondió dirigiéndose con paso torpe escaleras arriba.

Ya en la planta alta, a punto de entrar al baño cuando escucho la voz del viejo Ernie proveniente del dormitorio.

-... vamos mi diosa, sólo esta vez. -Lo escucho susurrar. Para su sorpresa inmediatamente reconozco la segunda voz como la de su esposa.

-No lo sé, Ernie, mi esposo está abajo. -Ella susurró de vuelta.

¿Qué mierda estaba pasando? Lentamente se asomó por la rendija de la puerta y viendo a su hermosa pareja y el viejo enano sentados en la cama, la mano del anciano estaba sobre la pierna de la mujer. La intoxicada mente de Roberto no entendía nada.

-Él nunca lo sabrá, son solo tus senos, te prometo que nunca te pediré más. Por favor, ha pasado tanto tiempo desde que vi un par de senos y los tuyos son realmente perfectos. -Dijo el viejo con cara de borrego.

Moni se mordía el labio inferior, -Solo un vistazo rápido, está bien... -respondió al fin ella. Roberto no captó de inmediato la respuesta, ¿A caso ella estaba cediendo ante él?

Lentamente Mónica bajó la parte de arriba de su vestido, dejando al descubierto sus y perfectas grandes tetas. El vejete inmediatamente se lanzó tomando ambas tetas sin ninguna resistencia por parte de la bella esposa, comenzó a chupar uno de sus pezones color miel con avidez.

-"Oh, Ernie... ¡sí! ¡Mmmnh! -ella comenzó a gemir sin control.

Roberto estaba en shock, su esposa estaba dejando que un anciano decrepito y anciano le chupara sus perfectos senos. Antes de darse cuenta corría escaleras abajo antes de ver más.

Debería haber irrumpido y pateado al viejo bastardo hasta noquearlo. Pero cuando pensó en hacer eso, Mónica y el viejo ya estaban en la sala principal, actuando como si nada hubiera pasado.

Pronto terminó la fiesta, Mónica y Roberto iban caminando a casa, el comenzó a preguntarle sobre Ernie, ella le respondía siempre con algún comentario sobre lo bueno que el viejecito era, Evidentemente no le iba a contar lo que acaba de pasar. Decido no mencionarlo con ella, se quería convencer, ese cuento de que lo había hecho como un acto de caridad.


-Oh, diablos, creo que dejé mi teléfono en casa de Ernie. -dijo al fin Roberto, ya vuelvo, cariño, adelántate. -Por supuesto todo era mentira, quería hablar con el vejete a solas.

Llamó a la puerta y rápidamente Ernie abrió -Hola que sorpresa Robertito, ¿todo bien?

-Déjate de tu mierda, vi lo que le hiciste a mi esposa hace rato- le espetó furioso-. Dame una razón para no patearte el culo.

El viejo como respuesta le lanzó una sonrisa diabólica. -Ya es demasiado tarde, todo está en marcha y no se puede detener.

- ¿Qué chingados significa eso?

-Tu tierna e inocente esposa me va a follar. -Le soltó a quemarropa el viejo sin dejar de sonreír.

Ante eso Roberto río socarronamente. -Estás delirando estúpido viejo-.

-A tu esposa siempre le han gustado los hombres mayores, esa es la única razón por la que se casó contigo. -Dijo calmadamente Ernie-. Pero ahora eso ya no es suficiente.

-Además, obviamente nunca la has satisfecho en la cama, por eso anda mostrando su cuerpo, esperando que un hombre de verdad como yo la tome.

-Estás tan lleno de mierda. -gritó Roberto tomando al pequeño anciano por la camisa dispuesto a golpearlo.

-Dime... -el viejo no perdió la serenidad-. ¿cuándo fue la última vez que ustedes dos se tuvieron sexo? Diría que fue hace al menos seis meses.

La sorpresa de Roberto hizo que soltara a su vecino, asustado de la increíble precisión de su conjetura, pero no iba a hacérselo saber. -Eso no es cierto, ¡cierra la boca!

-Estoy seguro de que lo es. Ernie se alisaba la arrugada camisa-. Y sabemos que no es porque Moni no esté cachondisima, ambos vimos lo que me dejó hacer hace un rato, es claro que ella simplemente no quiere follar contigo.

-Mira, ¡aléjate de mi esposa o me aseguraré de que se adelante tu funeral! -Roberto jamás había amenazado a nadie en su vida, pero estaba tan cansado de su mierda.

Caminando de regreso a casa, Roberto comenzó a pensar acerca de los últimos meses, cada vez que se iba a dar el tener intimidad con su mujer, algo lo evitaba. ¿A caso el asqueroso viejo tenía razón?

Al llegar a la casa, Moni se encontraba ya en la cama, se metió abrazándola por detrás, tomando una de sus tetas.

-Hoy no cielo, tomé mucho, no me siento bien. -se excusó la nena, alejándose levemente. Roberto reprimió su frustración, pero no intentó nada más.

*******

Los siguientes días, Roberto, hizo todo lo posible por mantenerse en “home office”. Quería asegurase que el Viejo se mantuviera lejos. Para su alivió el lunes siguiente no hubo señales de él. Parecía que había captado el mensaje.

Para el jueves Roberto ya se encontraba más relajado, seguía sin haber rastro del anciano, Moni no parecía contrariada por aquello. Por la tarde la ama de casa fue a realizar la despensa, mientras él se quedaba a ver el futbol.

Al regresar venía completamente furiosa. -¡A caso amenazaste a Ernie! ¡Que carajos te sucede! ¡No te atrevas a mentirme y decirme que no! -Su cara exudaba furia.

-Si lo hice -Dijo Roberto, sin levantarse del sillón, sorprendido por la explosiva furia de su mujer.

-¡¿Por qué diablos hiciste algo así!? -Preguntó gritando Mónica quien se encontraba frente a él con las manos en la cintura.

-Porque tomo mundo cree que es un gran tipo, refinado e interesante, pero yo sé que en verdad solo es un vejete pervertido. -dijo levantando la voz.

La pelea se extendió por varios minutos, resulta que Mónica se había encontrado “por casualidad” con el viejo en el supermercado, donde “casualmente” mencionó su plática con su marido el domingo por la noche, diciendo había sido amenazado.

Roberto no mencionó el hecho de que los había visto mientras le mamaban las tetas a su mujer, ya que, en su fuero interno, el hecho de que las palabras del viejo pudieran llegar a ser verdad lo asustaban y avergonzaban.

Tras la intensa pelea, esa noche Roberto durmió en el sofá. Era su última noche antes de su viaje y definitivamente ese día no tendía sexo.

A la mañana siguiente Mónica lo llevó al aeropuerto para tomar su vuelo, no dijo una sola palabra durante el viaje.

-Moni, cielo, lo lamento por lo de ayer. -se disculpó Roberto ya en la terminal-. no quiero irme estando enojados.

-Es que no entiendo tu actitud Rober, dijo ella. -Durante años infinidad de hombres me han mirado de manera lasciva, dicho piropos o directamente coqueteado, y jamás habías respondido así.

-No lo sé, tal vez es la forma en que te mira y habla de ti, me hace sentir incómodo.

-Siempre he dicho que en un matrimonio debe haber confianza. -Decía Moni cruzada de brazos, Y te digo que no tienes que preocuparte, puedo valerme por mí misma.

-Tienes razón querida. -Suspiró Roberto-. Y claro que confío en ti, cuando regrese, le pediré disculpas a Señor Ernie.

Roberto tomó su vuelo alegre de haber llegado a buenos términos con Alexa. Al carajo lo que dijera el viejo, confiaba en su esposa.

*******

Con Roberto fuera de la ciudad, Ernie no perdió tiempo de recuperar el tiempo perdido con su joven vecinita, los siguientes días; miércoles, jueves y viernes, paso prácticamente todo el día con Mónica.

El miércoles reanudaron la jardinería, pero por la tarde, Ernie se ofreció a acompañar mientras Moni realizaba su rutina de yoga, mientras Alexa se estiraba para tocar los dedos de sus pies, dejando su culo completamente parado, Ernie se colocó justo detrás de la joven comenzó a rozar sus piernas, diciéndole que eso le ayudaría a estimular la circulación. Ernie escuchó los gemidos de la deseosa nena mientras tenía prácticamente aferrada su carnosa cola, la cual ella trataba de sacar aún más.

El jueves, Ernie sugirió que era un gran día para nuevamente disfrutar la piscina, Moni nuevamente se presentó utilizando un pequeñísimo bikini amarillo que apenas si cubría su intimidad y sus pezones, Ernie, usaba un traje de baño tipo speedo, no era fan de ello, sin embargo quería que la que prácticamente ya era su mujer pudiera ver claramente su pene.

Moni difícilmente podía apartar la vista de la entrepierna del maduro, mientras que el viejo se recreaba alternando su vista entre sus enormes y parados pechos y su hermosa cola.

El viernes salieron de compras juntos, Moni decía que tenía más de un año que no era acompañada por Roberto. Por lo que, incentivada por el viejo, se dedicaron toda la tarde a que Mónica se probara toneladas de atuendos diferentes, algunos recomendados por el viejo, todos ellos dejando ver su deliciosa y sexy anatomía.

Ese día por la noche, al estar clima lluvioso, decidieron terminar la velada viendo películas en la casa de ella, acomodados en el sillón, ella se recostó, acurrucándose cerca de él apoyando su cabeza en el pecho del anciano, quien se embriagada de su encantador aroma.

El sábado Ernie la invitó a cenar nuevamente preparando un delicioso platillo, cenaron a la luz de las velas. Moni definitivamente está coqueteando con su viejo vecino, frotando el brazo de su anfitrión sensualmente.

Después de cenar, salieron a un paseo por el parque para regresar a la casa de la nena. Se sentaron a tomar una copa y mientras tocaron el tema de la pelea con su esposo.

-No sé qué le pasó, nunca había sido un tipo celoso. -Decía Moni.

-Tal vez es lo cercanos que nos hemos vuelto florecita, o él se siente un poco amenazado por mí.

-Es extraño que él actúe de esa manera.

Mónica se notaba pensativa, algo más cruzaba por su mente que no lo decía, de repente su serio comportamiento se alivió.

-Bueno, pero sigue en pie el plan de acudir mañana como Gatúbela y el Pingüino ¿verdad? -pregunta la nena recuperando su sonrisa.

-Ya, tengo mi disfraz listo, ¿Qué hay de ti gatita? ¿Qué te parece si me das una vista previa del disfraz de mañana? -Preguntó el viejo, esperando una escena sexy.

-No, tendrás que esperar hasta mañana. Dijo le nena, quien sintió una descarga eléctrica recorrerle el cuerpo al escuchar cómo se dirigía el viejo a ella, ese nuevo sobrenombre le gustaba, se escuchaba sexy.

-Pero créeme, no te decepcionarás. -Dijo ella mientras le ofrecía una sensual sonrisa.

Después de que terminarse las bebidas, Mónica lo acompaño hacia la puerta.

-Estaré aquí alrededor de las 8, paso por ti y nos iremos juntos. -dijo Ernie.

-Suena genial. Respondió ella.

Al despedirse la hermosa joven se inclinó para abrazar a su maduro, pero al internar besarle en la mejilla, el vejete se volteó, plantándole un sorpresivo beso en la boca. Después de un breve momento de conmoción, Mónica se dejó llevar, correspondiendo, abriendo su cálida boca para que la lengua del viejo que bien podía ser su abuelo la explorara a placer, mantuvieron el beso durante un breve momento para luego Ernie retirarse y comenzar a alejarse.

-Te veré mañana. -Dijo a modo de despedida, dejando a Mónica, inclinada, con una mirada de asombro en su rostro.


Definitivamente Ernie no era más que un viejo está lleno de mierda. Reflexionaba Roberto, habías estado hablando de manera diaria con su esposa, y le había comentado que el viejo seguía sin aparecerse.

Incluso sospechaba que ella sabía que él los había visto en aquel día de la parrillada, por eso fue por lo que le perdonó por amenazar al vejete.

Sabía que irían a la fiesta de disfraces, sin embargo, antes de irse ella le había mostrado su disfraz, era en honor a la verdad, un disfraz feo, tipo de la Gatúbela de Michelle Pfeiffer, de cuero, cubriendo todo el cuerpo, sin embargo, era demasiado grande para su sexy esposa, por las prisas no pudo conseguir uno de su talla, realmente creía que era más reservado de lo que usualmente usaba. Ella no estaba para nada interesada en el enano. no tenía nada de qué preocuparse.

*****

Era la tarde del domingo, Ernie se encontraba dando algo de mantenimiento en su propio jardín. Cuando vio que Mónica se acercaba a su casa.

-Hola extraño. -Saludó ella con una gran sonrisa en su rostro.

-Oye gatita, ¿qué haces aquí? -Pregunto.

-Solo regreso de dar una pequeña caminata. -la nena como era usual vestía un pequeño conjunto deportivo.

-Tu siempre manteniéndote en forma. -El viejo le respondió dándole una suave palmada en el culo.

-Jijij ya me conoce. -dijo Moni risueña-. Entonces estarás en mi casa alrededor de las 8 ¿verdad?

-Por supuesto, gatita, nada podría evitar que acudiera.

Moni sonríe con satisfacción. -Más te vale ¡eh! porque hice algunas mejoras en mi disfraz, así que definitivamente ganaremos el concurso de esta noche.

-Ya estoy emocionado, no creo que haya ganado jamás en un concurso de disfraces.

-Ooh bueno, créeme que definitivamente tú serás el ganador esta noche. -Dijo Moni mordiéndose el labio inferior.

-No llegues tarde, se despidió ella mientras se alejaba calle abajo. Dejando a Ernie admirando su trasero menearse, mientras el sentía como su verga se encontraba completamente dura.

Un poco antes de las 8, llegó a la casa de Mónica, a la cual entró sin tocar, iba vestido con saco de esmoquin y sombrero de copa, al estilo de El pingüino de la película “Batman regresa” Se aseguró de que los pantalones de vestir estuvieran ajustados para que se marcara claramente el contorno de su pene.

-Hola, ¡Moni! Llamó desde la base de las escaleras.

-¡Erniee! estoy casi lista, dame en un minuto. -respondió desde el piso de arriba.

El la esperó impaciente al pie de la escalera. Cuando la vio aparecer, instantáneamente tuvo una erección. Su disfraz de Gatúbela era básicamente lencería, se veía como aquellos trajes de baño donde de una fina tira de cuero en el cuello, bajaban dos retazos cubriendo apenas la circunferencia de sus tetas, dejando un amplio escote hasta el ombligo, además de llevar la espalda desnuda, abajo vestía un estrechísimo short de cuero, que se le metía en la cola dejando de ver sus perfectas nalgas al desnudo. Su cabello está recogido en una cola de caballo, para rematar tenía enfundadas las piernas en medias negras hasta medio muslo, todo sobre tacones de aguja de 15 cm.

Ernie estaba congelado, con la boca entreabierta, esa mujer le había roto el cerebro con su sensualidad. Moni bajó las escaleras con agilidad a pesar de los altos tacones, mientras el pobre viejo recuperaba la compostura.

-¿Entonces, qué piensas?. -Preguntó ella mientras se daba un giro para modelarle a su pareja-. El disfraz original era muy aburrido, nunca ganaríamos así jijiji.

Como respuesta, Ernie le soltó un pequeño azote en el desnudo trasero. -Wow, simplemente ¡Wow gatita! definitivamente vas a llamar la atención con este disfraz jajaja.

Ella se vuelve hacia el viejo. -Ooow gracias, cariño, como siempre tan lindo, tú te ves muy galán en el tuyo. -Dijo ella inclinándose acercando su rostro.

Ernie, sin pensarlo la beso nuevamente labios, la hembra inmediatamente lo correspondió, mientras mantenían un intenso beso, explorándose mutuamente las bocas, el vejete, deslizó una mano por debajo de la tela para apresar una de las firmes tetas, tomando el sensible pezón el cual lo retorcía levemente, como respuesta Moni llevó sus manos detrás de la cabeza del viejo para aumentar la intensidad de su beso.

Se separaron al quedar sin aliento, pero se mantuvieron con sus rostros a centímetros.

-Segura que tenemos que ir a esta fiesta. -Dijo el viejo no creyéndose capaz de aguantar más.

-No te preocupes, papi, prometo compensarte más tarde. -Dijo la nena ronroneando, dándole un último beso en los labios.

Camino a la fiesta, Mónica se colocó la máscara de su disfraz, era la única parte que había mantenido intacta, a decir de Ernie bajaba algo la sensualidad general de su hembra, pero creía era lo mejor, ya que así, en medio de un lugar de gente disfrazada, era probable que Mónica no fuera reconocida, ya que prefería evitar habladurías entre los vecinos.

Ya en la fiesta, prácticamente todos los hombres, sin importar edad o condición social sufrieron lesiones de cuello al contorsionarse para comerse a su pareja con la mirada. Ernie reía, no pocas mujeres parecían verla con deseo.

Trataron de actuar de la manera más discreta posible, la sensual gatita no se separaba de su hombre, por lo que pudo pasar sin ser reconocida.

La gran mayoría de los vecinos que ya tenían años en el barrio sabía que Ernie no era alguien a quien menospreciar, en más de una ocasión se le había visto rodeado de mujeres jóvenes que genuinamente tenían interés en él, así que en ésta fiesta no lanzó alarmas verlo con su exuberante pareja, eso sí, todos concluirían después que aquella era la mujer más sensual que alguna vez lo hubiera acompañado.

Con el paso del tiempo en la fiesta y después de unos tragos, la pareja de villanos comenzó a besarse y a tocarse mutuamente.

Se encontraban en la barra del bar, Ernie sentado en una silla alta quedando casi a la misma altura que su compañera.

-Adoro esa canción, vamos papi, a bailar. -Dijo Moni mientras comenzaba a mover sus caderas al ritmo de la música.

Ella se giró dándole la espalda, doblando la cintura y comenzó a sacudir su cola contra la entrepierna del viejo, al estar sentado, Ernie básicamente estaba teniendo un lap dance, posó sus años en la estrecha cintura, a la vez que ejercía presión con su cadera para puntear a la hembra, sus manos comenzaron a recorrer la desnuda espalda sintiendo su piel suave. eventualmente las manos encontraron el camino hacia sus nalgas, apretando sus gordos chaquetes. A pesar de lo alto de la música, pudo escuchar a Mónica gemir ante el toqueteo, habían olvidado que estaban en un lugar público rodeados de otras personas.

Moni arqueó su espalda, acercándose a Ernie le susurro al oído.

-Creo que deberíamos regresar a mi casa.

-Cómo lo ordene mi gatita. -Respondió el ansioso viejo

Salieron de la casa tomados de la mano, tomando rumbo por la desierta calle, una vez lo suficientemente lejos de la fiesta, Moni empujó al viejo contra una pequeña barda, oculta por una línea de árboles, hincándose frente a él para comenzar a besarse.

-Creo que mejor será llegar a mi casa, esta unos cuantos metros antes jeje. Sugirió el.

-No puedo esperar tanto- Dijo la excitada hembra

Sin perder el contacto visual, Moni dirigió sus manos hacía la entrepierna del viejo, tanteando, desabrochó el cinturón y el cierre, y de un jalón bajó el elegante pantalón, dejando a su alcance el objeto de su deseo.

Le brillaron los ojitos al ver la desmesurada herramienta sexual llena de venas y embarrada de lubricante que se gastaba su viejito, tomó el caliente y grueso tronco con una de sus manitas sin dejar de seguir el bamboleante movimiento que adoptaron los testículos del macho.

Sonrió y lentamente fue bajando su escultural culo hasta quedar en cuclillas, el viejo la veía imponente, con un auténtico orgullo de macho, ella acercó su carita hacia el morado hongo pulsante que era el glande, abriendo su delicada su boquita para proceder a engullirse ese exagerado miembro.

Suspiraba y gemía como si esa verga fuera lo más delicioso que se metía a la boca.

Siguió regalando caricias linguales a esa verga, pasaba su lengua por toda la extensión del miembro y lo tragaba hasta que su respingada nariz sentía las cosquillitas de la blanca y podada mata de pelos.

Con una mano sostenía firmemente la verga mientras con la otra se dedicaba a realizar suaves caricias a los enormes huevos de su macho.

El triunfante vejete, observaba embelesado, la lujuria con que la damita se comportaba rápidamente posó sus manchadas manos en la cabecita de ella aun enfundada por la máscara, haciendo que aumentara la velocidad del placer oral que la nena le proporcionaba.

Al sentir que prácticamente le follaban la cara, Moni cambió de postura, colocando ambas manos sobre el suelo a fin de no perder el equilibrio, quedando básicamente en cuatro patas, cual gatita recibiendo su ración de leche.

Sentía aquella gruesa vara de carne llenarle la boca y dilatar lo más profundo de su garganta, mientras con la lengüita de ella mantenía un suave masaje por toda la extensión. Ernie veía la tierna e alegre ama de casa, levantaba su mirada para cruzarla con la suya al tiempo que se sacaba la verga muy despacio, dejando por un breve tiempo, solo la cabeza de la verga dentro de su boca, cual si fuera una deliciosa paleta que saborear.


-Vamos papi, dijo mientras ella misma, con delicadeza, acomodaba aquel enorme miembro dentro de las ropas del viejo-. Este fue el aperitivo, aún falta el plato principal. -dijo guiñando un ojo al tiempo que se levantaba y salían nuevamente a la calle.

Prácticamente corrieron hasta la casa de la nena, una vez dentro, apenas cerrando la puerta, Moni retirándose la máscara, inmediatamente se lanzó sobre su pequeño amante, empujándolo contra la puerta principal. Besándolo apasionadamente, las lenguas jugaban juntas mientras sus suaves labios se presionan contra los del viejo.

Caminaron rápidamente a habitación, donde la caliente nena se sentó en el borde de la cama, tomando la parte superior de su disfraz lo tiró hacia los lados, permitiendo que sus tetas sobresalgan, ofreciéndole nuevamente sus perfectos senos a su viejito.

Cada una de las viejas manos agarró una teta jalándolas hacía si, para con la boca comenzar a chupar sus pezones. Moni tiró el sombrero de copa que aún portaba Ernie, mientras sus manos pasaban por su cabello.

Los pezones color miel se encontraban duros como rocas, la hembra echó la cabeza hacia atrás empezando a gemir escandalosamente. Ernie se aseguraba de prestar atención a ambos pezones, chupándolos y lamiéndolos a ambos.

-¡Oh dios¡ ¡Mmmnh sii¡ ¡Papi¡... eres tan bueno en esto. -Gimió Moni

-Tu gatita tiene hambre otra vez Papi. -dijo la nena lamiendo sus labios-. Y tienes lo necesario para saciarme.

Cambiaron de posición, Ernie sentado al borde de la cama mientras Mónica se hincaba sumisa frente, le bajó los pantalones mientras él se retiraba la camisa.

Nuevamente el viejo vio como la mirada de la nena brillaba al observar su enorme verga completamente dura para ella.

-¡Oh, woow! creo que está más grande que hace rato. -Dijo ella mientras con ambas manos comenzaba a masturbarlo.

-Eres el doble de largo de mi esposo y mucho más grueso. Susurró mientras se mordía el labio inferior.

Ernie sonrió ante aquella declaración, no cabía duda que, esta hembra era ya completamente suya.

Ella comenzó a lamer el enorme verga, humedeciendo con su saliva todo lo largo del tronco, para luego dar lamidas sobre la cabeza como si fuera helado.

Mirándolo a los ojos le dijo entre una lamida -Mmh... sabes delicioso.

-Creo que deberías llevar ese sabor a tu garganta. Respondió el anciano a lo que Moni rio.

Con sus labios carnosos le dio un largo beso a la cabeza de la verga para luego envolverla en su cálida boca.

La hambrienta nena comenzó a mover su cabeza arriba y abajo, metiendo un poco más de verga cada vez, el viejo sentía como los suaves labios se envolvían alrededor de la verga. Finalmente, ella se atragantó una vez más alojando la totalidad de la verga en su estrecha garganta, el viejo tomó la de atrás de su cabeza, pero en esta ocasión fue para mantener la presión, dejando que su gatita sintiera lo que era tener a un verdadero macho en la boca.

Finalmente, la soltó, mientras Mónica jadeaba tomando aire.

-¡Aaagh¡ ¡Maldito¡ casi me matas con tu pene jajaja. -rio la nena, con la cara completamente empapada de secreciones.

-Hazlo otra vez papi.

Moni, volvió se volvió a meter la enorme verga de un bocado y una vez más continuó chupando todo lo que podía alojando cada vez más carne en su garganta. El vejete empujo la cabeza de ella hacia abajo una vez más. Moni sacaba su lengua para lamer la base del tronco se atragantaba de verga.

Al soltarla, en esta ocasión, Moni se bajó para lamer los viejos testículos, lamiendo uno y luego otro, antes de metérselas en la boca y chuparlas. Mientras se dedicaba a comerse aquellas enormes bolas, con sus manitas lo masturbaba.

-Déjame follarte esas tetas gatita. Le dijo.

Moni se sacó uno de los testículos de su boca, incorporándose para dejar caer un fino hilo de salida al canal que formaban sus tetas, acomodándose para que su macho colocara su verga entre ellas, las cuales apretó para poder estimularlo mejor y comenzó a bombear el miembro entre las perfectas montañas de carne.

-¡Oh, que rico! cógete mis tetas papi! -gimió-. Todos en la fiesta las deseaban, ¡pero son solo tuyas Papito!

Sacando la lengua, tratada de lamer la hinchada cabeza de la verga. Las grandes tetas se movían en perfecto ritmo cuando su macho empujaba su pene entre las tetas.

-Ahora tú serás mi alimento gatita. -dijo el viejo moviéndose al centro de la cama-. quiero probar ese joven coñito.

Moni se levantó retirándose su escaso disfraz, quedando solo con una diminuta tanga negra de encaje, y sus medias a medio muslo subiendo la cama acercándose al viejo quien aprovechó para otra vez lamer sus deliciosos pezones antes de empujarla dejándola recostada en la cama. Ernie tomó la húmeda prenda intima, para retirarla lentamente, ayudado por la nena. Al ver ese tierno coñito por primera vez el viejo estuvo a punto de eyacular, completamente depilado, aquella rosada y estrecha cueva que hasta ese día había sido exclusiva de un solo hombre, se encontraba empapada de jugos.

Se acomodó entre las torneadas piernas, para empezar a lamer el delicioso coñito de la casada, era el más dulce que Ernie hubiera probado en su vida, por lo que comía con autentica hambre.

Lamía sin cesar asegurándose de encontrar y tocar todos los puntos más sensibles de la nena, estimulaba su clítoris, quería volverla loca de placer. Mónica gemía en gritos, Ernie estaba seguro de que podría ser escuchada en las casas vecinas, el apretado coño se contraía en espasmos sobre la habilidosa lengua del viejo quien sentía como todo el sexy y delicado cuerpo temblaba y se estremecía.

-¡siiii! aaay que rico.. ¡así cómeme Papi! ¡se siente tan bien! -decía la joven, levantado un poco su cuerpo y moviéndolo de arriba hacia abajo.

-sii, ¡mmmh! ¡no deje de chuparme! ¡mi coñito es suyo! -gemía mientras cruzaba sus largas piernas enrollando sus suaves muslos en la nuca del viejo.

-¡Oooh Dios!... ¡voy a explotaaar! ¡me vengooo! -Gritó mientras comenzaba a chorrear toda la cara del viejo.

- Aah, ¡aah!… ¡Santa... santa mierda!, decía la nena entre jadeos-. Creo que nunca antes me había venido tan intenso. Eres increíble.

-Eso es porque tu esposo es un perdedor que nunca ha sabido tratar a una verdadera hembra. -Respondió el sonriendo, ya completamente destapando su pensamiento.

-Sí, tienes razón, él jamás ha sabido manejarme como tú Papi, ahora necesito que me folles. -Suplicó.

El viejo se colocó de rodillas, frente a la nena que se mantenía con las piernas abiertas, con la gruesa verga comenzó a abofetear el coño empapado de Moni, la nena sabía que estaban a punto de penetrarla, no perdía de vista el beso que se daban el viejo pene y su joven vagina, mordiéndose el labio inferior.

-Quiero oírte rogar que te coja. Dijo Ernie socarrón.

-Por favor, Ernie, papito, fóllame con tu gran polla. ¡Te necesito dentro de mí yaaa! Suplicó de inmediato e intensamente la caliente nena.

El viejo esbozo una sonrisa siniestra mientras escuchaba a la joven esposa rogar por una verga ajena, perteneciente a un viejo enano. Con un movimiento lento pero firme, penetro el pequeño coño, la cabeza del pene se deslizó restirando los delicados labios rosados.

-¡Mmmh! ¡Oh, Dios! Eres tan grueso. -gemía.

A pesar de su queja, el joven coño estaba tan húmedo que la venuda polla se deslizaba lentamente pero sin requerir gran esfuerzo, Ernie casi babeaba, al sentir como ese coñito estaba insanamente apretado, sentía como las paredes de la flexible vagina se estiraban al máximo al paso de su verga. La gata, arqueó la espalda, cuando finalmente sintió que tenía encajada toda la enorme polla dentro de ella.

-Oooh mierda Ernie... estás golpeando mi útero, ¡jamás había estado tan llenaa!-. Decía la nena entrecortadamente

El viejo comenzó a follarla, lentamente, al principio, disfrutando de la estrechez de su joven hembra, con movimientos largos y lentos, saliéndose casi por completo antes de volver a empujar hasta el fondo. Pronto, empiezo a acelerar el ritmo hasta básicamente estar saltando sobre el apretado coño de la ama de casa, empujaba tan fuerte como podía.

Moni mantenía los ojos en blanco, un hilo de saliva bajaba por una de las comisuras de sus carnosos labios, señal del placer del que era presa, su espalda se arqueaba mientras sentía que acercaba a otro orgasmo.

-Erniee, mee, ¡me vengoo!- gritaba Moni-. ¡que ricoo, Oh Dios!, ¡me vengoooo!

El viejo podía sentir las contracciones vaginales, como si el coño estuviera tratando de ordeñar su verga. Moni gritaba en un ataque de placer mientras secretaba abundantes fluidos vaginales sobre la madura verga.

-Oh, Dios, eres mucho mejor que mi esposo. -Gimió sonriendo.

Ambos cuerpos estaban cubiertos en sudor por la intensa sesión de sexo. Ernie seguía arriba de la nena follandola sin darle tregua, veía como sus hermosas tetas se bamboleaban arriba y abajo mientras él la martillaba. Con los dedos jugaba con su clítoris, causando que Monica se corriera nuevamente.

El viejo subió para besar a su hembra quien respiraba agitada.

- ¿Cómo es que sigues? ¿Cómo es posible que aún no te hayas venido? Preguntó ella una vez que se separaron del beso

-Oh nena, he estado cerca, pero estoy dando lo mejor de mí para mostrarte lo que es un ser follada por un verdadero hombre- Contestó riendo el

-Ya viene siendo hora de que tú me montes, gatita. Dijo el viejo tirándose sobre la cama.

Moni aprovechó la posición para nuevamente darle unas breves pero intensas chupadas a esa verga que la tenía enamorada. Posteriormente se colocó arriba del pequeño amante, y guio la hombría del viejo de regreso a su deseoso coño.

Lo montó como una autentica vaquera, brincando sin control rebotando arriba y abajo sobre la gruesa vara que la empañaba, por el movimiento, sus perfectos y enormes senos también rebotaban a un ritmo perfecto.

-Estás haciendo que me corra otra vez! Mi marido no puede ni hacerme venir una vez, pero yo no puedo dejar de correrme para ti. -Volvía a gemir mientras se corría nuevamente.

La ya cansada nena se dejó caer sobre el viejo, dejando a la altura de la cara sus tetas, prácticamente ahogándolo con ellas. Un poco más recuperada se deslizó hacía abajo quedando tendía a un lado de él.

-Arriba nena. -Escuchó que le decía el viejo en tono autoritario.

-ponte en cuatro. Le ordenó.

Como una buena putita, Moni de inmediato obedeció, colocándose sobre sus rodillas y manos, inclinando su espalda, sacando su hermosa cola la cual meneaba sugerentemente para su macho.

El viejo de pie sobre la cama tomó posición detrás de ella, apretando los carnosos cachetes, soltándoles un par de fuertes azotes, dejando la clara piel enrojecida con las marcas de sus pequeñas manos en las enormes nalgas.

Lentamente empezó a meter la polla en el coñito, el cual parecía recuperar su estrechez original cada vez la penetraba. Tomó con ambas manos la cadera de la nena, para comenzar a golpear con su cadera la retaguarda de Moni. Las inflamadas bolas del viejo golpeaban la entrada de la joven vagina, por lo fuerte del movimiento copulatorio, las carnosas nalgas vibraban haciéndolas moverse perfectamente.

-Siempre serás mi gatita, pero que gusto es cogerte como perra. Dijo entre jadeos, a la vez que le daba una sonora nalgada.

Mónica gemía -Sii, soy tu perrita, tu gatita, ¡tu putita! ¡solo tuya! -Decía la enloquecida joven mientras la follaban violentamente por detrás, se sentía como si de verdad fueran una pareja de animales apareándose. Jamás había la había hecho sentir tanto placer.

El viejo excitado al límite por las declaraciones de la nena no paraba de soltarle azotes sobre la cola quería esas nalgas rojas.

"¡Oh... Mmmierdaa! ¡me vengooo! Nuevamente el coño arrojaba un gran flujo de secreciones gracias al nuevo orgasmo de la nena.


El viejo tras haber hecho gozar a la nena más que toda su vida, y ante la declaración de sumisión de su ahora nueva hembra tocó el límite, uniéndose al orgasmo de la tierna ama de casa con el propio.

-¡Ooooh! a viene mi putita! ¡Oorgh! ¡¡Toma mi leche!!

Dio un paso hacía atrás saliendo del chorreante coñito, Moni, como si estuviera conectada por telepatía, inmediatamente supo las intenciones de su macho, girando en la cama quedando en cuatro frente a él, para tragar de un bocado el pulsante pene, haciéndole una garganta profunda finalmente logró que el viejo explotara, llenando su boca con gruesos chorros de espeso semen. El cual la fiel gatita comenzó a tragar lo más rápido que podía ya que chorro tras chorro seguía con la boca llena. Finalmente despegándose de su biberón de carne, la orgullosa nena le mostró a su amante que se había tragado todo su semen.

Ambos se recostaron por fin, acurrucando sus sudorosos cuerpos jadeando y satisfecho ante semejante cogida. Moni se acurruca sobre el pecho del viejo.

-Dios, eres un animal. De lejos fue el mejor sexo de mi vida. -Dijo la casada con una sonrisa en le rostro, la sonrisa de una mujer satisfecha.

-Pues tu no estuviste nada mal. -Rio el viejo mirándola divertido, ambos rieron.

Los rayos del sol entraban por la ventana, despertando a la agotada nena que seguía desnuda al lado de su pareja.

-Rayos ya es tarde, dijo al ver el reloj. -Ernie, cariño, tienes que irte, debo preparar todo para el regreso de Roberto esta noche.

Como respuesta, el viejo le dio un apasionado beso en los labios antes de saltar de la cama.

-Para ser un anciano, seguro que tienes mucha resistencia. -Le dijo la enamorada nena acariciándole el cabello.

-Si quieres ver que tan resistente puedo ser, regresemos a la cama y te mostraré. -Respondió el viejo, quien se vestía colocándose su disfraz.

-Sabes que no puedo, pero, ten por seguro que te haré una pequeña visita. -Dijo ella mientras se relamía los labios.

*******

Roberto llegó a su casa para encontrar a su amorosa esposa, tan bella como siempre, lo recibió con una cena especial y una botella de vino, risueña, alegre.

-Te extrañe cielo. -Roberto parecía olvidar sus preocupaciones previas al ver el recibimiento de su mujer.

-Yo también cariño, se me hicieron eternos estos días. -decía Moni mientras disfrutaban la cena.

-¿Que tal estuvo la fiesta? -Preguntó Roberto

-Aaah al final decidí no ir, al parecer el señor Ernie consiguió otra acompañante de último momento. -Respondió ella sin darle mayor importancia.

Roberto disimuló su alegría, disfrutó la cena y aún más el vino, debido al cansancio del viaje cayó dormido apenas terminar.

A la mañana siguiente, Ernie tomaba su café, mientras escuchó que tocaban la puerta principal. Al abrir se encontró, a Moni, vestida con un sujetador deportivo color gris claro a juego con unas mallas que resaltaban su figura, estaba a acompañada de su esposo.

-Buenos días vecinos, saludó el viejo-. Un gusto Roberto, ¿cómo te fue en el viaje?

-Eeeh muy bien gracias, mira Ernie, venía para disculparme por lo de la última vez, creo que estuvo fuera de lugar. -Dijo Roberto sinceramente apenado.

Apenas despertarse, su esposa le había recordado su promesa, y el, queriendo tener una reconciliación completa, accedió sin rechistar, además ya se encontraba más relajado respecto a que el viejo no era más que un rabo verde sin oportunidad.

-¡Oooh no te preocupes por aquello hijo! -Dijo el viejo con una sonrisa de abuelo-. ¡Solo eran las copas hablando! Además, me dio que reflexionar y comprendí que también mi comportamiento fue inapropiado.

-Excelente, gracias por comprender. -dijo Roberto aliviado de haber pasado el mal trago.

-Como muestra de amistad, el fin de semana, organizaremos una nueva parrillada, no pueden faltar. -Dijo el viejo.

-Si claro, ahí estaremos, -Roberto mostró una leve sonrisa. Vio como su tierna Moni tenía la mirada rebosante de alegría.

-Bueno, me despido Ernie. -dijo el joven mirando el reloj. Se me hace tarde para ir al trabajo.

-Adelante, a ganarse el pan. -se despidió el viejo.

Iban ya de regreso, cuando la joven le comentó a su esposo. -Adelántate amor, olvidé preguntarle algo sobre los girasoles al señor Ernie, será rápido, en un momento te alcanzo. -dijo la joven encaminándose nuevamente a la casa.

Ernie no se había retirado de la puerta, miraba, como su hembra menaba la cola mientras caminada, cuando la vio girar en 180 grados y regresar, Sonrió.

Se adentró unos pasos en la casa para permitir que la nena entrara, quien cerró la puerta de golpe para posteriormente ponerse de rodillas y besar apasionadamente al pequeño anciano.

-Te extrañe tanto Papi. -suspiró la nena al despegarse el húmedo beso.

-Iré a despedir a Roberto, después de eso tendremos un par de horas para nosotros. -Le susurró al oído mientras con una de sus delicadas manos guiaba la del viejo para apoderarse de un seno.

-Así que la gatita extrañó a su macho jajaja. -Rio el viejo-. Te estaré esperando en la habitación. -dijo mientras le daba un leve pellizco al pezón que se notaba por sobre la tela.

-Sabes. -Dijo la nena-. cuando me pediste ser tu gatita para la fiesta de disfraces, yo ya me había adelantado y había ordenado el disfraz de colegiala.

-sería una pena que tengamos que esperar hasta el otro año ¿no crees? -Moni se mordía el labio con los ojos brillando de lujuria.

El viejo sonrió. Tenía a esta putita comiendo de su mano… y de su verga.

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